Agosto. Calor y humedad. Peralada, un pequeño pueblo cercano a la costa de Girona. Un castillo reconstruido y un monasterio conservado. Un grupo de amigos esperamos el acontecimiento lírico del verano entre sudor, refrescos y unas ansias ardientes, caldeadas durante setecientos kilómetros conducidos, por disfrutar del concierto del gran tenor Piotr Beczala, sin duda ya una figura fuera de serie, que ha tenido a bien jalonar el impresionante repertorio del archiconocido Festival estival catalán de música y danza.

Hemos llegado una hora y media antes del evento y, de repente, vemos una joven que se acerca a la puerta del recinto: se ofrecen visitas guiadas al conjunto edificatorio y los museos que alberga. Ni nos lo pensamos. Un paseo matinal maravilloso por el comercio del Paseo de Gracia y un ágape oriental de buen nivel en Barcelona hacen prometer del día todo cosas buenas. Y nos adentramos…

Cuál fue nuestra sorpresa mayúscula, por ignorantes, al comprobar que allí había habitado, entre aquellos muros, un personaje de talla descomunal, al que debíamos nuestra presencia en aquel recóndito lugar tantos años después y de cuyos sueños derivaban todo el prestigio y progreso del lugar. Hablamos de D. Miquel Mateu i Plà, hijo del fundador de la mítica marca de coches “Hispano-Suiza”, D. Damià Mateu, del que heredó un espíritu emprendedor y mecenas que sus descendientes nos han hecho llegar en multitud de manifestaciones.

Prohombre del franquismo, fue alcalde de Barcelona  y embajador en París entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, y compró a los nobles que habían sido propietarios durante casi 10 siglos (la familia Rocabertí, Condes de Peralada) las edificaciones de que hablamos para establecerse, pero a su notabilísimo currículum hay que añadir lo que allí vimos y nos dejó boquiabiertos:  fue un bibliófilo y un coleccionista de talla mundial, con una biblioteca simplemente majestuosa (80.000 volúmenes, 200 incunables y más de 4.000 ediciones del Quijote en 42 lenguas, muchísimas de ellas primeras ediciones) y una sala dedicada al vidrio, la cerámica y las antiguas monedas que no palidecería en cualquiera de los mejores museos del mundo. ¡Tremendo!

Su actividad empresarial vitivinícola también tiene su reflejo museístico, y su capacidad por transformar, restaurar y completar el conjunto del Castillo de Peralada nos dejó una huella de hombre emprendedor y culto imborrable, de que las instalaciones del Casino y, sobretodo, la impronta de un Festival tan  increíble son dignos sucesores de un espíritu semejante. Saber a quién debíamos estar allí en aquel momento mágico dotó de mayor placer a los oídos y al alma un poco más tarde.

Entre aquellos mismos muros y bajo los techos mozárabes más bonitos que haya visto jamás, en su capilla gótica, un piano y una voz prodigiosa nos introdujeron en la Historia. Un alarde de poderío, clase y sensibilidad vocales nos inundaron y caímos rendidos entre los brazos de las musas, las cuerdas vocales del maestro, entusiastamente, en éxtasis, entrelazados entre ellas y los legados que inmortalizó: los muros de D. Miquel y las notas de la mejor música clásica para el canto. Inolvidable. Impagable tributo al hacedor: nunca sabe uno dónde acaban sus anhelos, pero es siempre mejor la realidad que la ficción.

0 comentarios de “Peralada y Beczala: Historia de un legado con do de pecho

  1. Josep Sanvisens dice:

    No conocia estos detalles del Castillo de Perelada. Tengo ganas de visitarlo y lo tengo solo a 170 Kmts. unas tres horas de coche.
    GRACIAS JOSÉ MANUEL

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