Es un artículo difícil. Espero que se bien interpreten mis comentarios al respecto. Mas no voy a dejar de escribir mi parecer porque haría flaco favor a mis hormonas y creo que al resto de oídos abiertos a las músicas que traen las verdades de uno…
Pues bien, científicamente no se puede vivir de rumores. En ese caso, tienen el nombre de hipótesis y no dejan de intentar verificarse experimental o matemáticamente en todo momento. No son alquimia de la razón, en este caso, sino semillas regadas sin cesar.
Artísticamente, tampoco se puede vivir de rumores acerca de la valía de alguien; a lo sumo de supuestos y de intuiciones, pero hasta que la emoción no embarga al público por la lectura de su obra, su contemplación, visión o escucha, no aparece el Arte. Y cuando eso desaparece, desaparece hasta el rumor.
Laboralmente, la productividad es la ciencia o el arte de apartar los rumores y obtener el brillo de los resultados, de esos objetivos mucho más mundanos, pero, a buen seguro, necesarios y dignificantes. Los trabajos que viven de rumores son execrables y, tristemente, haberlos, los hay, pero es un mal síntoma en una sociedad que quiere ser sana.
Y personalmente, nada como el agua fresca de la comprensión y el viejo licor de la transigencia para no convertir las diferencias entre unas personas y otras en rumores. Cuanto más, en reflexiones; cuanto menos, en anécdotas, pero en rumores no, por favor.
Por todo ello, mi teoría de que los rumores nos llevan a la mediocridad queda aquí escrita y deja de ser un rumor.
Los rumores nos llevan a la mediocridad. Estoy totalmente de acuerdo con esta idea.
Son parientes del chismorreo y además también retroalimentan la mediocridad. Huyamos de ellos.
GRACIAS JOSÉ MANUEL