Ocio como refugio, cuando tenemos una pesadilla o dormimos mal por cualquier motivo, estamos continuamente moviéndonos en la cama. Aunque la inquietud sea motivada por un hecho tan natural como el calor o el frío, no podemos permanecer mucho tiempo en la misma postura y damos miles de vueltas. Más aún en los casos de insomnio provocado por una preocupación. Cuando algo nos inquieta parece que no terminamos de encontrar nunca el lado correcto de la cama, aquél que nos dé la tranquilidad necesaria para dormir plácidamente toda la noche.

Lo curioso es que a algunas personas les sucede lo mismo por el día, cuando están despiertas. Les ocurre especialmente cuando tienen tiempo libre, durante los fines de semana o en vacaciones. Hay gente que, cuando se siente intranquila o preocupada, siente la necesidad de distraer su mente constantemente, ocupando todo su tiempo libre con actividades ociosas como ver la televisión, navegar por internet, salir, estar con amigos, ir de compras, viajar, etc. Necesitan estar en continuo movimiento, “hacer algo” para no aburrirse.

Obviamente, también hay muchas personas que disfrutan de su ocio como refugio de una manera natural, como una parte más de su vida personal y, por lo general, movidos exclusivamente por un deseo sano de divertirse y recargar fuerzas.

Sin embargo, en otros casos, puede ocurrir que la persona que ocupa todo su tiempo libre con actividades lo haga porque su mente está inquieta, nerviosa, como si tuviera miedo de no hacer nada, miedo de aburrirse. En estos casos parece como si la intensa actividad ociosa estuviera provocada por la falta de tranquilidad con uno mismo, por la falta de paz interior, por el miedo a estar solo. Da la impresión que si no se distrae con algo externo, no es feliz.

Quizás tiene miedo de que pueda aparecérsele un fantasma. Y ese fantasma no lleva sábanas ni cadenas. Se trata de un viejo conocido fantasma que se llama “YO”.

En esos casos, lo más habitual es que esa persona acuda al ocio como refugio. Refugio de una huída. De una huída de sí mismo, para cumplir aquello que dijo Lucrecio de que  “Hay mucha gente que siempre anda huyendo de sí mismo”.

Porque una de las características más comunes entre la gente que se siente contenta consigo mismo es que sabe estar sola. Jamás se aburre, pues siempre es capaz de sentir el placer de estar presente, contemplando, por ejemplo, la llama del fuego de una chimenea, las ramas de un árbol moviéndose por el viento o, simplemente, reflexionando mientras mira una pared blanca. No necesita distracciones materiales externas para ser feliz. No necesita buscar refugio en el ocio.

En definitiva, la cuestión sería analizar lo que hacemos con nuestro tiempo libre y por qué. Es decir, deberíamos saber, en primer lugar, qué porcentaje de nuestro ocio dedicamos a cada actividad. Y en segundo lugar, descubrir qué es lo que nos impulsa a hacerlo. Se trata de averiguar si, cuando salimos con amigos o vamos de compras, es porque de verdad queremos hacerlo y forma parte de nuestro ocio planificado, o bien porque necesitamos distraer nuestra mente de alguna preocupación y, lo que es peor, encontrar refugio en nuestra huída de nosotros mismos.

0 comentarios de “El ocio como refugio

  1. Jose Manuel dice:

    Vaya nivel esta adquiriendo el blog, señores!!
    Totalmente pertinente este post, Orfeo, pues lo primero que hay que conseguir para relanzarse es no huir de uno mismo, sea cual sea el atajo que se tome.
    Muchas gracias por esta fantástica reflexión para… Mi tiempo de ocio!

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