“¡Un genio! ¡He practicado catorce horas diarias durante treinta y siete años y ahora me llaman genio!”
-Pablo Sarasate
Vivimos en una sociedad donde está de moda lo “light”, las cosas sin esfuerzo. El mundo de la publicidad nos bombardea constantemente con mensajes en los que realza lograr cosas extraordinarias conseguidas apenas sin esfuerzo: “Aprenda inglés en 30 días”, “Elimine sus arrugas en 1 semana”,… Y el resultado de todos estos mensajes es una sociedad que no sabe valorar el trabajo duro que se esconde detrás de todo logro que merece realmente la pena. Etiquetamos fácilmente a alguien como genio cuando vemos que produce increíbles resultados, y en muchas ocasiones no somos capaces de ver que detrás de esos resultados se encuentran cientos, miles de horas de esfuerzo y dedicación.
Y esa es la filosofía adecuada. Ser conscientes de que si un sueño es verdaderamente deseado y anhelado, bien vale que pongamos todo el esfuerzo necesario para verlo convertido en realidad. Así pues, si tus sueños son grandes, has de estar dispuesto a poner un esfuerzo consecuente para lograrlos. Los grandes realizadores no pierden su tiempo buscando atajos en el camino. Saben que ese gran logro va a requerir grandes cantidades de esfuerzo. Así que directamente ponen manos a la obra y emprenden acción masiva.
Ese es el gran secreto de los genios. Pablo Sarasate, el famoso violinista español no podía estar más en lo cierto. Llevaba 37 años practicando 14 horas cada día, y la gente se sorprendía de que fuese un genio. Como bien decía Albert Einstein: “El genio es un 1% inspiración y un 99% transpiración.” Es decir, “hay que sudar la camiseta”. El camino hacia la excelencia no es un paseo cuesta abajo. Te garantizo que tendrá muchos momentos de pendientes escarpadas. Y ahí es donde comienzan a diferenciarse los grandes realizadores de los mediocres.
El gran “secreto” de los genios: TRABAJO DURO.