Quizás os parezca extraño o exagerado, pero creo que hay evidencias que se nos escapan y que, bien miradas, son suficientes para sentirse afortunado y fenomenal, de ahí que hoy haga hincapié en ellas. Estas son las seis vías que os invito a tomar cuando temáis por vuestra felicidad, a mi entender tan fácil de acariciar por cercana y constante:

[fusion_builder_container hundred_percent=”yes” overflow=”visible”][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=”1_1″ background_position=”left top” background_color=”” border_size=”” border_color=”” border_style=”solid” spacing=”yes” background_image=”” background_repeat=”no-repeat” padding=”” margin_top=”0px” margin_bottom=”0px” class=”” id=”” animation_type=”” animation_speed=”0.3″ animation_direction=”left” hide_on_mobile=”no” center_content=”no” min_height=”none”][fusion_title size=”2″]1.- Respirar.[/fusion_title]

¿No es bien cierto que no podemos estar más de tres o cuatro minutos sin respirar? Así de importante y básico es ese acto fundamental en el ser humano. Pues queridos lectores, dicen los orientales que por estos lares “no somos conscientes de cada inspiración”… ¡Ojo, que la están peinando!

Resulta que no le damos la mayor de las importancias, por no decir ninguna, al intercambio más preciado y constante que podemos controlar. ¿No resulta increíble? Si durante el día tomamos conciencia durante algún rato de la maravilla que se produce en cada respiración y nos detenemos a realizarlas profundamente, con sólo uno o dos minutos de dicho ejercicio nuestro talante habrá sido modificado en positivo y el mero hecho de existir nos supondrá una inyección de felicidad tremenda, evidentemente.

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La segunda vía es un auténtico placer. Además en los entornos hispanos es un tema de primer orden a nivel cultural y social. Comer no sólo alimenta al organismo de los elementos necesarios para su buen funcionamiento, sino que el comer prepara al espíritu, como tradicionalmente hacemos en cada evento relevante, y puede llevarnos al disfrute del paladar, del olfato, estético y hasta conceptual: hoy en día es un auténtico rincón para la creatividad y una fiesta para los sentidos..

Además, no sólo puedes encontrar satisfacción contigo mismo por los manjares injeridos, por los procesos de elaboración o la selección de los nutrientes más saludables, sino que a la hora de hacer la comida el fin último pueden ser los demás. ¡Fantástico!

Y en su modo básico, poder comer y tener salud y fuerzas para todo lo que venga es, de por sí, una bendición que también nos aporta mucha felicidad cuando comprendemos lo profundo que hemos llegado a horadar en los fogones para convertir una necesidad en un arte. Como los chinos la respiración. Es un logro que nos ensalza como especie.

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Pues sí, el poder comunicarnos, bien contigo mismo, bien con los demás, es una pasada, es el verdadero tributo a lo mejor que nos ha sido dado: la capacidad de pensar. Es más, sin el lenguaje, ¿cómo podríamos pensar? Sin el habla, su manifestación sonora, ni la escritura no existiría el progreso al nivel que hemos alcanzado.

Pero bueno, me quería referir al hecho sin par de poder comentar con alguien cualquier cosa y que exista reciprocidad. Cada vez que pienso en lo que estoy diciendo en un momento dado, es decir, cada vez que me hablo a mí mismo absorto por la posibilidad de hablar de algo, es una sensación tan sublime la que se apodera de mí que me cuesta no emocionarme. Y de felicidad, claro.

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Esta comunicación va más allá del punto anterior. Una mueca en tus labios y el mundo te ofrece su mejor versión porque tu mente no está en disposición de otra cosa. Tu sonrisa te obliga a estar bien. Piénsalo.

“Tu sonrisa te obliga a estar bien.”

El otro, cuando es sincero el gesto, lo capta y queda al unísono contigo en un arranque armónico de lo que sea, un encuentro, una conversación, una colaboración, etc… Por tanto, muy aconsejable usar el arma de la sonrisa para disparar tus niveles de felicidad constantemente hacia arriba y no te preocupes por la parábola descrita en su caída: nunca van a saco roto.

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Sí, señores: ¡un poco de ejercicio! Notar que las piernas y los brazos y tu tronco sirven para algo más que desperezarte en un sofá, ¿o no?

Cuando la maquinaria física entra en movimiento, tu propio cuerpo genera substancias que te hacen sentirte mejor en varios aspectos y eso no lo debemos desaprovechar, pues estamos diseñados al efecto y ser coherentes con nuestro propio formato es garantía de felicidad. Per se.

“tu propio cuerpo genera substancias que te hacen sentirte mejor”

Además, un físico que responde bien y rebosa salud no puede ser otra cosa que una plataforma hacia la felicidad, aunque sólo sea por considerar la opción contraria en contraposición a ésta. Sin exigencias, pero sin dejar que se nos vayan apagando las fuerzas en los músculos, algo de deporte hay que hacer obligatoriamente: después de la ducha, todo ha valido la pena siempre.

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Y para finalizar y siguiendo con el tema del diseño, no nos olvidemos de descansar bien. Poder dormir es un regalo de la Naturaleza que tan bien nos ha hecho evolucionar, pues si no lo hiciéramos, el cerebro no podría reestructurarse  y regenerarse a diario, no podríamos solventar el tema de los “residuos neuronales” y perderíamos la salud. Además, muchos otros temas se regulan en nuestro cuerpo a la hora del sueño.

“Poder dormir es un regalo de la Naturaleza”

Huelga argumentar que dormir bien es algo que nos produce felicidad y que, como en el caso de las otras cinco vías, repito que ser consciente de ello nos hace inmunes a los peligros y situaciones incómodas del día a día, ya que con ese entrenamiento en estas seis conductas básicas disfrutadas que os acerco hoy, os aseguro que serán sinónimo de felicidad constante (y me dejo en el tintero algunas más que bien podéis imaginar).

Y éstas son las Seis vías para conseguir la felicidad.

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Un comentario de “Seis vías cotidianas de felicidad

  1. Josep Sanvisens dice:

    ¡Que facil és ser feliz, si nos decidimos a serlo! Si sabemos valorar, agradecer y alegrarnos por hechos tant básicos y tan importantes como por ejemplo…¡Estar vivo!
    Gracias José Manuel. Por recordarnos que lo que más valor tiene ya lo tenemos. Y con esto basta.
    UN ABRAZO

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