” La gran ventaja de las empresas familiares es que consiguen pasión y poder “

La frase es de Pablo Martínez Bernal, economista y gestor de fondos especializado en value investing. Fue uno los ponentes de los eventos de MÁXIMO POTENCIAL y su frase resume a la perfección una idea clave: cuando una tarea (en este caso, una empresa) es realizada con pasión, los resultados (aquí, el poder económico o de posicionamiento en el mercado) que se consiguen son extraordinarios.

Efectivamente. Se puede decir que cuando alguien hace lo que le apasiona, multiplica su poder. Consigue un estado óptimo de motivación intrínseca que se transmite al día a día. Aunar pasión y poder significa que cada acto se caracteriza por una sensación de gran libertad, gozo, compromiso y habilidad, durante la cual las sensaciones temporales (la hora, la comida y el yo) suelen ignorarse.

Actuar con pasión ha sido definido de otra manera por Mihály Csíkszentmihályi, profesor de psicología en la Universidad de Claremont (California). Él  identifica la idea de vivir con la máxima pasión con el concepto de “flow” (fluir).

Csikszentmihalyi describió el fluir como “el hecho de sentirse completamente comprometido con la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Toda acción, movimiento o pensamiento surgen inevitablemente de la acción, del movimiento y del pensamiento previos, es como si estuviéramos tocando jazz. Todo tu ser estáe allí, y estás aplicando tus facultades al máximo.”

Conseguir esta conjunción ideal entre pasión y poder es más fácil de lo que parece. Muchos piensan que solamente dedicándote a lo que te apasiona se puede alcanzar ese estado de satisfacción. Es cierto. Pero también lo es que se puede hacer el camino inverso, es decir, hacer que te apasione lo que haces.

La clave está en encontrar sentido a lo que se hace. Se trata de alinear nuestros actos con un objetivo superior, ser conscientes de que lo que hacemos en el día a día tiene un fin último que se identifica con nosotros mismos, con nuestros valores. El ejemplo clásico es el de los dos picapedreros que trabajaban sin descanso de sol a sol. A la pregunta de qué estaban haciendo, uno respondió con desdén y casi ofendido por la obviedad: “picando piedra”; y el otro, por el contrario, dijo orgulloso “estoy construyendo una catedral”.

¡Vive la vida con pasión! Será la clave que marcará la verdadera diferencia.

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