No es la primera vez que me ocurre, pero sí la que me ha decidido a escribir el post. Reconozco que he tenido la suerte de poder conocer a mucha gente por haber estudiado y vivido en distintas ciudades y que aunque las tecnologías existentes hoy en día lo facilitan todo mucho, sigue siendo muy difícil poder mantener el contacto “vivo” con muchos de mis amigos.
Las dos últimas veces que me ha pasado ha sido, una al juntarnos con motivo del 25 aniversario de nuestra salida del “cole” y la última, hace unos días al juntarnos algunos de los ex compañeros de la universidad con motivo de la boda de uno de ellos. En ambas ocasiones me sobrevino una agradable sensación que os quiero explicar.
En particular, en el segundo caso, y quizá por ser el más reciente, los cinco meses que hacía que no nos veíamos era como si no hubieran pasado. Cuando nos encontramos de nuevo a la entrada de la iglesia, la sensación era como cuando vuelves a llamar porque se ha “cortado la llamada”, todo sigue igual que antes y la naturalidad de la situación es incluso “inquietante”
En este momento en el que la situación es tan difícil para tanta gente y que las relaciones personales se van deshumanizando a marchas forzadas por el uso de las nuevas tecnologías esa sensación de “comodidad” me llamó mucho la atención. Hablo por mi, pero era obvio que mis compañeros también, todos nos sentimos muy cómodos, demasiado cómodos para esos cinco meses.
Encontrarnos de nuevo fue como reconocer un sabor olvidado, oler de nuevo un perfume o escuchar de nuevo una canción olvidada; un montón de recuerdos agradables vuelven a tu mente, te alegras de reconocerlo, pero no te sorprende, porque ya lo reconoces.
El contar con amistades que te sorprenden tan gratamente como estas es algo muy especial, es algo que valoro y que me hace recordar aquella vieja frase de “quien tiene un amigo tiene un tesoro”
Quiero tomarme estas dos experiencias como un “guiño” que demuestre que por mucho que el mal uso de las máquinas puedan llegar a “deshumanizar “ las relaciones humanas, existe una alternativa para que, si los humanos la trabajamos bien, seamos invencibles en la lucha “hombre-hombre contra máquina-hombre” en cuanto al futuro de las relaciones sociales.
Las máquinas jamás lo entenderán, pero «quien tiene un amigo, realmente tiene un tesoro”
Me has recordado una situación mia muy similar. Nos encontramos un grupo de amigos del colegio que las circunstáncias de la vida habían separado en distáncias quilométricas y tiempo. La sensación fué agradable, cómoda, natural y especial. Parecia como si una voz interior me dijera. ¿Ves? ¡Somos los mismos! ¡Todo sigue igual!
GRACIAS MODESTO.