Era un “setter” irlandés y se llamaba “Sara”. Pelo marrón, patas firmes, hocico fino, ojos vivos. Era muy elegante en sus movimientos. Morfológicamente podía no ser perfecta a ojos de un entendido en perros, pero los niños la queríamos mucho.
Su carácter era inmejorable: cariñosa sin atosigar, obediente sin sumisión e infalible en su labor de perro de caza. Sin embargo, lo que más llamaba la atención de ella era su GENEROSIDAD.
Murió hace más de treinta años y todavía tengo la imagen de verla satisfecha. Era poco después de dar mil vueltas y saltos de alegría por haber levantado una perdiz o una liebre. Justo entonces quedaba más tranquila, como relajada. Me daba la sensación de que se sentía muy satisfecha consigo misma. No hacía falta que recibiera la felicitación del cazador. Tampoco exigía nada a cambio. Antes al contrario, lo hacía y quedaba lista para volver a hacerlo. Creo que era feliz por el mero hecho de cumplir con el cometido que su naturaleza le había encomendado.
La generosidad pura y desinteresada de Sara es la antítesis de la que aparentan muchas personas. Son aquéllas que sí, hacen favores a otras personas, pero cuando lo hacen se apresuran a dejarlo claro, a echárselo en cara al receptor del favor. Consideran al “favorecido” como su deudor y siempre lo tienen presente.
Otras personas, sin embargo, las verdaderamente generosas, no reclaman nada. Al contrario, olvidan inmediatamente el favor y se preparan para hacer el siguiente. Su recompensa no es que el favorecido les devuelva el favor. Simplemente son felices por el mero hecho de cumplir con el cometido que su naturaleza generosa le ha encomendado.
Más que generosas, estas personas que no reclaman nada por su favor e inmediatamente se preparan para la siguiente buena acción son “BIENHECHORES”.
Como Sara.
He visto en la pantalla de mi mente a la setter Sara mientras iba leyendo. Me he acordado de una frase que todos hemos escuchado decir alguna vez, quizá nos la hayan dicho, o quizá la hayamos dicho nosotros sin pensar en su incongruéncia: ME SACRIFICO POR TI PORQUE TE QUIERO. Si hacemos algo por alguien a quien de verdad queremos ¿Como es posible que sea un sacrificio? En el fondo ¿Que pretende, o que manifiesta, la persona que dice esta frase?
GRACIAS ORFEO
Efectivamente, Josep. Muy buen ejemplo. El matrimonio es la institución donde más se debería manifestar el amor y, como dices, si lo que hacemos lo entendemos como un sacrificio por el otro, falla algo…quizás falla el amor.