Seguro que en más de una ocasión te ha ocurrido que mientras estabas en algún lugar repleto de gente, el murmullo de todas las conversaciones que se estaban produciendo simultáneamente en la sala, te impedía escuchar con claridad la conversación que tu mismo estabas manteniendo con otra persona. Había tanto ruido ambiental que te era difícil hasta mantener el hilo de tu propia conversación.
Comparo esta situación a lo que muchas veces nos ocurre en la vida. Todos los estímulos que nos rodean, terminan por no dejarnos escuchar con claridad nuestra propia voz. Somos bombardeados constantemente por la televisión, internet, la publicidad, los noticiarios, los intereses de nuestros familiares o amistades,… Y toda esa gran cantidad de estímulos y “ruido ambiental” no nos dejan centrarnos en lo verdaderamente importante, en escuchar nuestra propia voz.
Te recomiendo que de vez en cuando “apagues” todos esos estímulos y busques algo de tiempo de calidad para simplemente pensar en cuales son realmente tus principales objetivos. En cuales son las cosas que realmente te interesa conseguir en la vida. En que clase de resultados te harían sentir que tu vida ha sido bien invertida… En definitiva, buscar tiempo para escuchar de verdad tu propia voz.
Y cuando permitimos que nuestra propia voz se oiga con claridad, todo se vuelve mucho más sencillo y gratificante en la vida. Es entonces cuando podemos orientar nuestros esfuerzos en la dirección adecuada. Es a partir de ese momento cuando estaremos viviendo la clase de vida que nosotros mismos hemos decidido vivir, y no la vida que se nos “vende” desde todos esos estímulos que tan poco tienen que ver con nuestra propia naturaleza. Es a partir de ese momento cuando estamos ejercitando nuestra propia capacidad de orientar nuestra vida en base a nuestras propias decisiones y opciones.
Y la vida desde esa perspectiva se vuelve mucho más estimulante y gratificante.