No se hace necesario luchar constantemente por una operativa racional para tomar decisiones, pues a todos nos ha sucedido que queriendo pensar en algo y la manera de resolverlo, la solución óptima no se nos ha presentado con claridad en ese momento, sino en otro aparentemente desconcentrado y sin foco.

Ello es debido a que el cerebro ha seguido trabajando de manera subconsciente en ese problema y cuando alguna tecla ha sido tocada, por el motivo que fuese, como algo que hemos visto de repente o algo que se cruza entre nuestros recuerdos, parece como si la inspiración pusiera en marcha la maquinaria de nuevo, que en realidad no había dejado de trabajar, y se acoplase esa nota azarosa al discurso que nos preocupaba, sonando la melodía de la solución a partir de ahí como si por arte de magia se hubiera ordenado en la mente.

Pues lo que llamamos intuición tiene algo que ver con estos procesos, pero relativo al conjunto de vivencias, experiencias y recuerdos que almacenamos en el cerebro, todos a disposición nuestra sin saberlo y guías silenciosos y secretos de nuestros actos, sobretodo de aquellos que aparentemente no se reflexionan en gran medida o en ninguna, que se deciden de manera automática.

Cuando decimos que hemos hecho algo por intuición, lo cierto es que nuestro cerebro ha usado todo el conocimiento adquirido a lo largo de su existencia y se ha movido más rápido que tú misma conciencia de ello, haciendo creer que el instante es producto de una conjugación de suerte y quizás talento que, como estamos viendo, tiene las raíces mucho más profundas.

Ni que decir tiene que, además, no es la única jugada mental que salta por encima de nuestra consciencia, ya que todo lo subconsciente y el funcionamiento del sistema nervioso autónomo escapan a nuestro control y nada tienen que ver con la capacidad de pensar. Pero en cualquier caso, resulta ilustrativo lo dicho y muy satisfactorio, al mismo tiempo, que la mente nos proporcione dos modos de usar sus tesoros, uno por su propia capacidad de asociación y otra por el esfuerzo de nuestra voluntad por asociarlas.

Por tanto, repito lo dicho: tanto monta, monta tanto, ir intuyendo que ir pensando. Cuando algo lo veáis con claridad, este aspecto cualitativo es el relevante y no el cuantitativo que haya detrás, es decir, que no importa en esos ámbitos de la decisión la tardanza de resolución y el sacrificio puesto para ello, aunque nadie puede dudar de que ayudan y de que suela optarse por la seguridad que ofrecen a la hora de tomar decisiones transcendentales. Pero repito: confiad en vuestras intuiciones, ¡que estáis todo vosotros detrás de ellas!

0 comentarios de “Tanto monta, monta tanto, ir intuyendo que ir pensando

  1. Josep Sanvisens dice:

    Totalmente de acuerdo José Manuel.
    Igual que tenemos cinco sentidos corporales por medio de los cuales captamos el mundo que nos rodea, también tenemos facultades mentales, quizás menos conocidas que los sentidos, pero no menos importantes, la intuición es una de ellas y si nos esforzamos en cultivarla con confianza la podemos desarrollar.
    GRACIAS POR ESCRIBIR.

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