Probablemente tenías 10 años cuando lo escuchaste por primera vez. La profesora te prometió que cuando tuvieras una letra bonita y no tuvieras faltas de ortografía, podrías utilizar el bolígrafo. Hasta entonces escribías a lápiz, siempre a lápiz, y cuando cometías un error utilizabas la goma de borrar. Todo solucionado. Sin embargo, ansiabas poder utilizar el boli, tal y como hacían los mayores. Durante aquel curso estuviste esmerándote para conseguirlo. Veías como algunos de tus compañeros lo conseguían y tus ganas de dar el salto aumentaban.

Y así hasta que lo conseguiste. La profesora te dio la noticia de que podías pasar a escribir con boli  y fue un momento de inmensa alegría. Sin embargo, también te dijo un frase inquietante:

Ahora ya no puedes cometer errores”.

Asumiste la advertencia con responsabilidad, pero impregnada de cierto miedo. Por un momento llegaste a pensar que nunca más ibas a cometer faltas de ortografía, pero por otro pensaste en las irreparables consecuencias de cometerlas. <<No podré borrar la palabra y tendré que tacharla, el folio estará lleno de tachones >> te decías.

Por un momento pensaste en abandonar y seguir escribiendo a lápiz, era más ventajoso. Sin embargo, posiblemente por no pasar por la vergüenza de decirlo en clase o simplemente porque recordabas lo que te había costado llegar hasta allí, aceptaste el reto.

Empezaste a escribir con el boli muy concienciado. Era tu gran oportunidad de demostrar a los demás y a ti mismo que eras capaz de hacerlo. Evidentemente cometiste errores, faltas de ortografía, letra demasiado pequeña o demasiado grande…pero no pasó nada grave. Cuando el error era pequeño, de una letra como la “v”, escribías encima la “b”; si el error era de una palabra, la tachabas con el corrector y escribías encima la correcta. Y si el error era más grave, repetías el folio entero; no pasaba nada.

Y así, cometiendo errores, fuiste aprendiendo a escribir con el bolígrafo, cada vez mejor. Y te demostraste a ti mismo que SÍ podías cometer errores; es más, que los errores fueron necesarios, como parte del proceso de aprendizaje.

Sin embargo luego, de mayor, no has tenido tan presente esta idea. Tomaste decisiones importantes en tu vida creyendo que acertabas y que no podías equivocarte: una relación sentimental, una inversión, un negocio… <<No puedo fallar>> te decías.

Y cuando se demostró que estabas equivocado, empezaste a pensar que esos errores  figuran como un inmenso tachón en tu expediente, manchas imborrables que afean las páginas del libro de tu vida.

No es así. Todos esos errores “vitales” fueron parte del aprendizaje. Si hoy eres quien eres es porque aprendiste de ellos y perseveraste, como cuando eras un niño y aprendiste a escribir a boli. Entonces alguien te dijo que no podías cometer errores, pero tú demostraste que sí.

2 comentarios de “Sí puedes cometer errores

  1. Josep Sanvisens dice:

    Orfeo. No solo estoy de acuerdo, también me ha encantado el ejemplo que has puesto y la forma de escribirlo.
    Un error podemos considerarlo un resultado no deseado, pero útil para aprender y mejorar, e incluso podríamos decir que necesario.
    GRACIAS POR ESCRIBIR

    • Orfeo dice:

      Gracias por tus amables palabras, Josep. Guarda el secreto: el relato está basado en una experiencia personal….de millones de personas ;-)
      Un abrazo

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