Si las circunstancias nos obligan a desarrollar alguna actividad bajo una responsabilidad más alta de lo habitual, bajo una exigencia más elevada de lo que nos sea normal, entonces se ponen a prueba de forma unificada nuestra fuerza mental, nuestros valores y nuestra capacidad de resistencia en una gran posibilidad, y necesaria diría yo, para crecer interiormente. Aprender a responder bajo presión nos sitúa en un escalón diferente, es una prueba necesaria para crecer.
Tal es así, que pienso que podríamos coincidir en afirmar que la base del crecimiento personal reside en que uno mismo se vaya auto presionando, por decirlo de una manera que procede en este texto, para que el mero hecho de ir consiguiendo quemar etapas en las direcciones deseadas eleven la autoestima y la creencia en las propias capacidades de quien se trate, al tiempo que retroalimentando, de ese modo, dicho crecimiento interior. Es evidente que el conformismo, respetable a todos los efectos como elección personal, no conduce a los objetivos que os animamos a intentar conseguir desde el blog.
Pues bien, en la vida se nos van presentando ocasiones en que, de un modo contundente, esa sensación de actuar al límite nos permite condensar en un solo punto, en una reacción o en una decisión todo el almacenamiento que nos acompaña tras la experiencia adquirida y la voluntad de responder. Las hay de todo tipo y escala a lo largo del tiempo, pero en esas ocasiones especiales se nos hace evidente que conseguir superar el reto es un salto cualitativo definitivo para considerarnos en otra etapa.
Os invito, por tanto, a que cuando detectéis una situación de esas características, echéis el resto, ya que son necesarias para poder comprobar si la ilusión diaria por mejorar cualquier aspecto personal o profesional se traduce en un grado de maestría superior con cada uno de esos “exámenes” aprobados. Y con ello quiero decir que no es suficiente en el campo de la superación personal con la teoría: leer es condición necesaria, queridos lectores, pero no suficiente. Hay que actuar. Y en esos momentos a que me refiero, el camino se hace ascendente y nos tenemos que demostrar a nosotros mismos que podemos escalarlo.
No se debe hacer caso al miedo, que no es nada en sí mismo salvo la inacción como tal. Sólo al impulso positivo de abrirse un hueco entre los sucesos para, así, reafirmarse uno mismo con más fuerza cada vez. Y espero que lo entendáis en clave realista y no heroica, que no es de lo que se trata. Precisamente, el acometer las obligaciones y responsabilidades que se nos presentan en un momento dado es un regalo del destino que sólo aporta felicidad, bien mirado. El acto heroico es inesperado. El acto de superación, un resultado.
Mientras leia, recordaba varias situaciones de mi vida, cuyo grado de compromiso y de responsabilidad ha superado los límites que se podian considerar habituales. Por esas experiéncias puedo decir que estoy totalmente de acuerdo con tu escrito José Manuel. También puedo decir que cuando se ha superado el reto la satisfacción es muy grande.
GRACIAS POR ESCRIBIR