Si notas que en tu vida te falta motivación, te invito a que reflexiones sobre las cinco ideas que te presento a continuación. Posiblemente en alguna de ellas encontrarás la causa de tu problema, y descubrirás algunas ideas para darle la vuelta a la situación. Estas son las 5 principales causas de que falte la motivación:

1.-Atacar objetivos muy por debajo de tu capacidad.
Los seres humanos necesitamos retos y objetivos del tamaño de nuestra capacidad para mantenernos motivados y entusiasmados. Si consistentemente todos tus objetivos están por debajo del nivel del que te crees capaz, acabarás frustrado. No hay nada apasionante o interesante en el hecho de perseguir objetivos minúsculos, o dedicaciones rutinarias. La motivación surge cuando encontramos motivos poderosos para movernos a la acción. Y esos motivos solo se encuentran en los grandes proyectos: dejar un legado, construir una familia donde reine el amor, desarrollar toda tu capacidad profesional, ser parte de un proyecto que marque una diferencia,… En definitiva, solo cuando estamos poniendo en juego nuestro máximo potencial sentiremos que brota de nosotros de manera constante una motivación gigantesca.

Así pues, si te sientes desmotivado, una de las primeras cosas que deberías hacer es revisar el tipo de objetivos que persigues porque casi con toda seguridad te darás cuenta de que son objetivos que están muy por debajo de tu capacidad. Eleva tus estándares y ataca mayores objetivos y verás como de inmediato los niveles de tu motivación se disparan.

2.-Estar rodeado de personas negativas y críticas.
En mayor o menor medida, nuestro entorno siempre tiene una influencia en nuestro estado emocional. Se requiere una gran fortaleza mental para ser inmune a los comentarios negativos o a las críticas feroces de los demás.

Para muchas personas la fuente de su falta de motivación está en las críticas contínuas que reciben por parte de su entorno. Es muy difícil permanecer motivado si todo lo que escuchas a tu alrededor son comentarios negativos o mensajes del tipo “jamás lo lograrás”, “no tienes lo necesario”, “eres un mediocre”, “eso es demasiado difícil”… y otras lindezas similares.

Sería interminable contar la inmensa cantidad de sueños que han muerto o ni siquiera se han intentado fruto de la negatividad y las críticas del entorno del soñador. Por tanto, si te falta motivación, analiza si una de las causas es que pasas demasiado tiempo rodeado o inmerso en ambientes repletos de crítica o negatividad. Y si es sí, toma la decisión firme de comenzar a pasar más tiempo con personas positivas y que mantengan una actitud de optimismo y posibilidad ante la vida. Te garantizo que ese cambio, se verá reflejado de manera inmediata en tu desempeño y en tus niveles de motivación.

3.-Creer que pueden alcanzarse grandes objetivos sin un gran esfuerzo.
A muchas personas les llega la desmotivación cuando empiezan a descubrir que alcanzar sus sueños no va a ser una tarea sencilla. Empiezan a descubrir que el camino estará repleto de obstáculos, y que será necesario un tremendo esfuerzo para alcanzar esos objetivos. Pero así es la vida, y cuanto antes te des cuenta de ello, antes podrás hacerte una idea clara de lo que requieren los grandes sueños: enormes dosis de esfuerzo, dedicación, creencia, fe y perseverancia.

Cuanto antes salgas de ese falso espejismo de que pueden lograrse grandes resultados aplicando la ley del mínimo esfuerzo, antes empezarás a recuperar tu motivación.

Cuando tomas conciencia de todo esto, y te das cuenta de que la mayor recompensa no estará en tu llegada a conquistar el objetivo, sino en la persona en la que te vas convirtiendo a lo largo del camino mientras superas cada uno de los retos que van surgiendo, antes se multiplicarán tus niveles de motivación. Desde este enfoque, el esfuerzo a lo largo del camino se convierte en la aventura más maravillosa que jamás emprenderás: el descubrimiento continuo de que tus límites están mucho más allá de lo que creías.

4.-Tener un marco temporal para tus objetivos excesivamente optimista.
Hay una frase que me repito constantemente cada vez que tengo que establecer cualquier clase de objetivo: “Existen pocos objetivos imposibles, lo que si existen son demasiados plazos irreales”. Esta es una enorme verdad. Con frecuencia, solemos infravalorar el tiempo que nos llevará alcanzar un objetivo. Tenemos tantas ganas en esos instantes de entusiasmo inicial cuando estamos formulando el objetivo que nos dejamos arrastrar a la fijación de un plazo de realización excesivamente optimista. Y cuando ese plazo ha transcurrido y el objetivo no se ha logrado, puede llegar fácilmente la desmotivación.

La solución en este caso es sencilla: simplemente fijando un marco temporal más objetivo y en sintonía con el tamaño del objetivo, nos evitaremos esta clase de desengaños. Y el efecto de ir alcanzando objetivos en el plazo que nos hemos fijado tiene una incidencia inmediata en elevar nuestros niveles de motivación.

5.-Dejar que las circunstancias marquen el rumbo de tu vida.
Cuando te sientes a merced de los acontecimientos, es fácil caer presa del desánimo y pensar que no tenemos el control de nuestra vida y nuestros objetivos.  Es una espiral de comportamiento peligrosa, porque se va alimentando a si misma hasta llegar a un punto en el que la persona se siente incapaz de retomar el control. Y precisamente la motivación surge desde la perspectiva contraria. Cuando sentimos que nosotros tenemos las riendas de nuestra vida, y en base a nuestras acciones podemos ir modificando y transformando las circunstancias por difíciles que sean, la motivación se dispara. Por eso no me canso de afirmar que es precisamente a través de la acción como podemos transformar nuestros resultados y nuestra experiencia vital. Si vas por un río, y la corriente te va arrastrando, la única forma de llegar hacia la orilla es comenzar a remar con fuerza lo antes posible. En la vida sucede lo mismo. Si quieres cambiar la dinámica de tu vida, el paso inmediato que has de dar es comenzar a tomar acción masiva en pos de tus objetivos más anhelados y deseados.

No dejes que las circunstancias marquen el rumbo de tu vida. Empieza a ser tú, quien a través de sus acciones, marca ese rumbo. El resultado de hacerlo será una motivación gigantesca que no hará más que crecer día tras día.

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