Tengo para mí, después de unos diez días de no acabar de encontrarme bien por enfermedad, que todo aquél que nos insista con la tan aparentemente manida llamada a cuidarse físicamente no tiene algo de razón, sino que la tiene…¡toda! He estado muy confundido hasta ahora, pues si bien los años, el conocimiento que me ha dado el entorno de MAXIMO POTENCIAL y una cierta voluntad me han mantenido en unos límites aceptables de salud en los últimos tiempos, considerándolos muy a la baja, eso sí, jajaja…, pues me había concienciado de la importancia de comer bien o del ejercicio, por ejemplo, veo a día de hoy con claridad que no he sabido distinguir hasta ahora entre salud y estar saludable, condición esta última que para mí era un ingrediente necesario por obvio para vivir, pero no suficiente, y que no eran lo mismo según mi opinión: la salud se esconde en saber disfrutar, pensaba yo a ciencia cierta.

   Me explicaré con un cierto circunloquio sobre mi propia manera de ser y en el que a buen seguro muchos de vosotros os veréis reflejados. Para personas más emocionales y que han aprendido a vivir bebiéndose cada día todo el zumo que tenían a su alcance, sin un mañana que les preocupase más de la cuenta, como ha sido mi caso, ha de reconocerse una confianza ilimitada en la capacidad de regeneración del propio cuerpo, de nuestro organismo que, hágase lo que se haga, en un tiempo nos devuelve a nuestras constantes vitales. Hasta aquí, bien cierto. Tenemos una naturaleza que nos ayuda reiteradamente (con un límite, por supuesto) a regenerarnos; es algo increíblemente maravilloso y, al mismo tiempo, un hecho que nos ayuda poco, curiosamente, a pensar en su propio funcionamiento y no digamos en su futuro… En estos casos, haber forzado la máquina en la juventud con un deporte de cierto nivel de exigencia más la época en que las  hormonas te hacían pretender mantenerte en pie hasta el final de cualquier guerra, son comportamientos que abundan después en la creencia de un cierto componente inoxidable que no es tal, lógicamente, pero que acaba anidando en la parte mental. Y ahí está el problema porque no es cierto.

   Pues bien, el salto cualitativo que vengo a proponer en este artículo para los confiados que han bordeado mis circunstancias, es que lo saludable que forma parte de la salud, aun no siendo todo, pues ahí están todos los otros conflictos emocionales y mentales que se significan en número muchísimo más amplio y que deben mimarse y armonizarse para un conjunto personal idóneo, es la base del triángulo, el pedestal de la columna, la pócima mágica de la fórmula. Y yo pensaba que no. He dado más importancia a mi estado mental que al corporal hasta que un fallo continuado de este se ha llevado por delante al primero. ¡Ojo! Hay que repensar el tema porque ha flojeado mi teoría.

   Más bien diría que son lo mismo. Un organismo en perfectas condiciones provoca un pensar del máximo nivel que nos sea dado. Y a la inversa, no tenemos capacidad mental óptima sin que acompañe la parte física a gran altura. Por tanto, mi opinión es que para estar sano, debemos querer estar saludables. Es en nuestra voluntad de querer serlo donde radica la verdadera salud, donde se unen la parte mental y la física, un corolario implícito que hasta estas fechas había dejado un tanto arrinconado en mi pensar y que, quizás porque me encuentre en esa línea media vital en que los rendimientos físico y mental se empiezan a cruzar, comienzo a disipar dudas y a entender como dos manifestaciones de lo mismo a áreas que había tendido a trabajar por separado, como en el instituto (por hacer evidente los errores de formación que nos acompañan), pero que en realidad son las dos caras de la misma moneda.    

   Por tanto, os invito a que os centréis en estar saludables y no consideréis vuestro cuerpo un mero contenedor de vivencias y sentimientos que, además, posee su reloj biológico independientemente de lo que hagamos nosotros con él. No es así de diferenciado. Es más complejo e interdependiente esto de la salud. No lo hagáis porque con un cuerpo dejado… querréis menos a los que os aman, lucharéis menos por vuestros anhelos, será menos azul el mar y hasta pensaréis por debajo de vuestras posibilidades, por mucho que el cerebro y su instinto de supervivencia nos engañe sin darnos cuenta. Si tratamos el cuerpo como parte de la inspiración que nos alienta, estaremos colocando nuestras acciones, nuestras pinceladas sobre el lienzo adecuado.

Un comentario de “La salud es querer estar saludable

  1. Josep Sanvisens dice:

    Muy cierto José Manuel. La salud física y la mental – emocional van tan ligadas que no hay un línea fina y concreta que las separe. Además ambas deben ser alimentadas cuidadosamente.

    GRACIAS POR ESCRIBIR

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