Si algún pintor expresionista es reconocible universalmente, ese es Vincent Van Gogh. Si alguna visión interior ha creado impacto en la retina del mundo, esa es la del autor holandés: pura inspiración.
De entre su cuantiosa obra, si tuviera que escoger una pintura sobre la que rendir tributo al maestro, me quedo con una que tiene un especial sentido para mí, “Nuit étoilée à Saint Rémy”, la noche estrellada, una lámina póster de la cual me fue regalada por mi mujer al poco de conocernos y que, para mí, supuso una auténtica carta de amor y un preclaro posicionamiento de su personalidad.
Esta maravillosa visión interior que recoge y aúna el paisaje diurno y nocturno que el pintor observaba desde la ventana del manicomio es, sin duda, una obra maestra. Basta entender que pintó de día la presencia de los ecos estelares que la memoria albergaba desde la noche anterior para comprender su nocturnidad límpida y clara, la presencia del sol como una estrella más, evidentemente, y la de los amarillos y azules que caracolean hasta convertir tierra y cielo, olas a lomos de las estrellas, en el mar que siguió hasta el sur por su luz y que llevaba dentro.
Ingresaba en clínicas mentales por su propia iniciativa. Me resulta hasta comprensible al profundizar en su capacidad de interpretación de la realidad exterior, esa que vemos los demás y que su paleta de colores había deformado tanto que, en su delirio creativo y en su hercúleo esfuerzo por interiorizarla, fue abandonándola progresivamente: ¡qué sacrificio!, ¡ qué tan sacro oficio!
Pensar que un hombre fue capaz de realizar semejante evolución artística en tan solo diez años y después de haber empezado tan tarde a pintar… ¡es tremendo! Soy un convencido de que su genialidad se afianza en la pasión que demostró por el arte verdadero desde joven (abandonó una galería de arte, su primer trabajo, convencido de la falsedad implícita en su comercialización) y… ¿qué hay más verdadero para un creador que su propia imaginería? En el caso de Van Gogh, se hace evidente a los ojos de todos cómo se pinta desde una visión interior del mundo, y aunque a él le costara la salud mental y la vida, su legado nos recuerda nuestro poder.
José Manuel.
Has contemplado una obra genial con los ojos internos de tus sentimientos, que se han fundido con los sentimientos que te ha despertado el cuadro y los que has encontrado en el autor que lo creó. Solo las personas sensibles pueden llegar a este nivel.
Por saber ver de esta manera, por saber transmitirnos a nosotros tu emotiva experiéncia y por quererlo hacer para que la podamos compartir ¡MUCHAS GRACIAS!