Una distopía, llamada también antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una situación ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía».
Aplicado al ánálisis de problemas, este recurso sirve para agudizar la crítica del presente en relación a un futuro no deseado y para contribuir al diseño de estrategias para afrontar esos problemas.
También en el mundo de la empresa se recomienda la visualización y el análisis del mejor y el peor escenario posible. Por ejemplo, cuando uno se encuentra paralizado por no saber qué decisión tomar, es muy útil preguntarse: «¿qué es lo peor que podría pasar?», e imaginar el peor de los escenarios posibles.
Si lo visualizas completamente y logras aceptarlo como posibilidad real, los beneficios son impagables: disminuye el miedo y se libera la creatividad.
Los samuráis llevaban este ejercicio al extremo aceptando contidianamente la posibilidad de su propia muerte:
«Si preparando correctamente el corazón cada mañana y noche, uno es capaz de vivir como si su cuerpo ya estuviera muerto, gana libertad en El Camino. Su vida entera estará sin culpa, y tendrá éxito en su llamado». Hagakure, 1716.
Si el guerrero estaba preparado para el hecho de morir, vivía su vida sin estar condicionado por el miedo y sus acciones eran libres.
Esta idea, tan relacionada con el concepto oriental de desapego, se halla también en la filosofía griega antigua, particularmente en el estoicismo y en su propuesta de aceptación del destino como origen de toda verdadera libertad.
Como dijo Nikos Kazantzakis, «No espero nada. No temo nada. Soy libre».