Hace unos días, dentro y como colofón de un festival amateur, acudí al teatro para ver “Hárraga”, el último espectáculo estrenado por una compañía ilicitana que ha sido profesional durante casi cincuenta años de recorrido. Me enorgullece confesar que la dirige un tío mío que no ha abandonado las tablas nunca aunque se hundieran los barcos de las subvenciones y de los públicos reticentes en varias ocasiones, y, sobretodo, siendo su mundo de otro lugar (que tanto ha buscado por doquier…).
Sin duda, un montaje en el que su maestría ya se hace evidente, con referencias clásicas en coro y con tintes contemporáneos en una historia perteneciente a todos los tiempos. Puro teatro. Pura narración. Un protagonista incansable. Todo el peso en los actores, portadores de la luz y la música, e incluso de la escenografía, cantada en árabe y dicha en francés. El mejor de todos cuantos le he visto a “La Carátula”. ¡Enhorabuena! ¡Qué gran despedida, Antonio! Te vas con un arranque sincero de aplausos al apagar las velas.
Pero antes de la función, se entregaron los recordatorios del evento a todos los grupos participantes y a los entes que habían hecho posible el festival. Uno de los jóvenes directores que subió a escena a recoger la estatuilla acabó su breve intervención de agradecimientos diciendo que “en tiempos tan difíciles como éstos, siempre quedará un lugar para la paz: el teatro”.
Se me encogió por unos instantes el raciocinio y me di cuenta de lo importante que es que no olvidemos la cultura entre nuestras prioridades, ya que a veces tendemos a minusvalorar su alimento y como bien se dice desde antiguo, no sólo de pan come el hombre. Además, estamos en una coyuntura que hace predominar el pan y que, a veces, nos insensibiliza buscando una reacción ante la situación que, ¡ojo!, será sosa e ignorante si no ponemos pétalos de rosa a los pies de la manada descarriada.
Me paré a pensar y me dije: qué sería hoy de mí sin haber disfrutado de tantas obras de arte como he tenido la ocasión de contemplar, bien cinematográficas, teatrales, pictóricas, escultóricas, arquitectónicas, literatas o poéticas… Probablemente, no podría entender las palabras de ese joven artista, no sería capaz de saber que en la cultura se encierra la bondad de nuestro ser y su comunión con los demás y, por tanto, la verdadera paz a nuestro alcance, la contemplada a nuestro ras. Gracias, sea quien seas; muchos ánimos y no desfallezcas en hacernos llegar historias que nos hagan reflexionar, emocionarnos y mejor comprender el mundo. Como mi tío.
Un último apunte para lectores de este blog: en un momento determinado de un monólogo del actor protagonista de anoche, citó su “exilio interior”. En su caso era una huída. Nosotros lo proponemos al modo en que lo enfoca su hermana en la ficción, es decir, enfrentándonos al entorno con el convencimiento de transformarlo desde lo mejor que podamos ofrecer de nosotros mismos. Os aconsejo la obra.