Nos ha pasado a todos alguna vez. Es difícil de evitar. Es una sensación que sobreviene a menudo, especialmente cuando revisas el trabajo algún tiempo después. Te invade la sensación de que entonces pudiste hacerlo mejor, mucho mejor.
El problema viene ocasionado por dos factores. En primer lugar, por el enfoque inadecuado. Al analizar cualquier trabajo siempre se puede poner el acento en los aspectos positivos o, por el contrario, en los negativos, en aquella parte del trabajo que no alcanzó el nivel del resto o que adolece de algún error.
Lo ideal sería tener la necesaria racionalidad para hacer un análisis objetivo. Al respecto, siempre viene bien recordar el ejemplo de la camisa blanca con la pequeña mancha. Normalmente quien lleva puesta esa camisa es quien más se fija en la mancha, quien vive más preocupado por que la mancha no se vea, por que los demás no se den cuenta. Hasta tal punto llega la preocupación que acaba viendo la mancha de un tamaño más grande de lo que es, como si toda la camisa estuviera manchada. Sin embargo, la camisa está blanca, casi inmaculada y así es cómo la perciben los demás. Quienquiera que sea con el que se cruce por la calle no ve la mancha, solo ve una camisa blanca.
Y en segundo lugar, por la comparación con el ahora, es decir, con la disposición y facultad que se tiene hoy día para hacer ese trabajo que se hizo hace tiempo. La comparación puede llegar a producir sonrojo: “¿Cómo pude hacer esto así?”
Es injusto. El subconsciente hace una comparación cruel. Obviamente si hoy hicieras ese trabajo lo harías mucho mejor; pero eso es gracias, en parte, a la experiencia que acumulaste haciéndolo aquella vez. Piensa que lo verdaderamente preocupante sería lo contrario: sentir que hoy eres incapaz de superar aquel trabajo. Eso significaría que durante todo el tiempo transcurrido desde entonces no has avanzado, no has progresado, que no has aprendido nada.
Siendo un sentimiento natural, acéptalo como tal. Pero la próxima vez que tengas la sensación de que pudiste hacer mejor un trabajo, piensa únicamente si lo hiciste lo mejor que pudiste, si diste lo mejor de ti en aquel momento.
Desde luego, quien da todo lo que tiene no está obligado a más. Únicamente a no conformarse y a progresar… a decirle a su sentido de la responsabilidad que mañana habrá otra oportunidad de hacerlo mejor.
Efectivamente Orfeo.
No olvidemos que sin haber pasado primero por la fase de hacer algo poco perfecto, nunca hubiéramos llegado al punto de poderlo hacer mejor más tarde.
La buena noticia es que en qualquir aspecto podemos mejorar siempre y crecer toda la vida.
GRACIAS POR ESCRIBIR