Existe un fenómeno en nuestra era que debe estudiarse seriamente. La increíble posibilidad de acceder a una dimensión informativa inimaginable tan sólo hace unos años convive, al tiempo, con una intromisión de la misma en nuestras vidas de manera sistemática y peligrosa.
Ya existen estudios que indican un nivel tóxico en el exceso de datos que soportamos, entendiendo dicha cantidad como una acumulación dispersa y sin sentido que perturba la capacidad crítica y de seguimiento de discurso ya no sólo en el ámbito de la formación, sino incluso en el de la reflexión propia, dejando nuestro albedrío en manos perversas cuyo interés no nos respeta.
A mí me recuerda al paralelismo científico que la irrupción de la energía atómica supuso en el concierto internacional en el final de la primera mitad del siglo XX. Con dicho descubrimiento, dos caminos se ofrecían al desarrollo del mismo, bien en el de las armas de destrucción masiva, bien en la generación de energía limpia suficiente para abastecer todo el planeta. Para desdicha general, se sigue avanzando en la primera y no se acaba de conseguir la segunda.
El esfuerzo debe dirigirse a encaminar en las nuevas generaciones la maravillosa oportunidad que la inmediatez de acceso al saber supone para ellos este mundo de las redes, pero al unísono hay que orquestar programas que potencien su formación integral como individuos sanos y capaces. Y para ello, que se potencie un sistema educativo donde impere el entrenamiento personal en el análisis, la reflexión personal según adecuación a los intereses propios y, posteriormente, la elección y el compromiso con ella. Será fundamental para un futuro fuerte.
No convirtamos nuestra juventud en el mensajero, pues bien sabido que la Historia tiende a equivocarse y a destruirlos sin caer en la razón real del problema. El fármaco para la infoxicación es la educación en valores con libertad y responsabilidad. Tendremos que inventar las dosis de inspiración para el máximo potencial en niños y jóvenes.
Recoged el guante, por favor. Nosotros lo vamos a hacer.
Estoy de acuerdo con que el fármaco más importante para la infoxicación es la educación en valores; sin embargo, llevamos ya demasiados años en los que sus emisores están quedando relegados a un segundo término de nuestras vidas. Son las personas mayores, los abuelos.
A este paso la infoxicación va a convertirse en la principal enfermedad de nuestra sociedad, llamada «occidental». Tenemos que recuperar el contacto intergeneracional de los abuelos con sus nietos.
La historia ha demostrado que es preciso algo más que educación, existen muchos aspectos irracionales en nuestra cultura que nos simplifican el cerebro y nos hace adictos a los interpretadores de mitos. Los manipuladores se nos cuelan por las rendijas de la tolerancia y destruyen la razón y la creatividad de los niños desde su mas tierna infancia.
Muy importante este tema de INFOXICACIÓN y estoy muy de acuerdo en que debe estudiarse seriamente, puede ser tan dañino para la mente, como un exceso continuado de comida lo es para el cuerpo físico.
GRACIAS por sacar el tema y ocuparos de el en MAXIMOPOTENCIAL.