James Holman (15 Octubre 1786 – 29 Julio 1857), fue conocido como el “viajero ciego”.
La historia de su vida es verdaderamente una fuente de inspiración. Su desafío constante a sus limitaciones nos hace plantearnos lo lejos que puede llegar una persona cuando toma la decisión firme de elevar sus estándares en la vida.
Holman nació en Exeter, Inglaterra. Siendo joven se alistó en la marina, y en una de sus misiones se vio afectado por una enfermedad que primero le causó problemas en sus articulaciones y finalmente terminó dejándolo completamente ciego a la edad de 25 años. A partir de ese instante, y solo unos pocos años más tarde, comenzó una serie de viajes en solitario que se convirtieron en legendarios por su magnitud y porque jamás se habían hecho antes. Y mucho menos por una persona completamente ciega.
Su primer viaje lo realizó entre 1819 y 1821, recorriendo Francia, Italia, Suiza, Alemania, Bélgica y Holanda.
En 1822 decidió iniciar una vuelta al mundo de oeste a este, que era algo que en aquella época nadie había intentado en solitario, y mucho menos estando en su condición. Su primer intento terminó cuando atravesaba Rusia y fue detenido siendo acusado falsamente de espía, siendo deportado a la frontera con Polonia.
No se rindió. Unos años más tarde, en 1827 lo intentó de nuevo esta vez con éxito, plasmando sus vivencias en 4 volúmenes que título “Un viaje alrededor del mundo”. En ellos relataba sus viajes por Africa, Asia, Australia, América y Europa.
Holman fue hecho miembro de la Royal Society, e incluso Charles Darwin, el padre de la Teoría de la evolución de las especies, citaba los escritos de Holman como su fuente para conocer la flora del Océano Indico.
Hasta el final de su vida fue un viajero incansable a pesar de su ceguera y de una enfermedad crónica que limitaba su movilidad y le hacia padecer fuertes dolores.
Su último viaje fue a través de España, Portugal, Moldavia, Siria y Turquía.
En una época en la que las personas ciegas eran consideradas totalmente inútiles, James Holman demostró que los límites del ser humano están mucho más allá de lo que la mayoría piensa. Simplemente hace falta una firme decisión de no ver limitaciones, sino ver posibilidades.
No es lo que te sucede lo que marca la diferencia. Es lo que haces acerca de lo que te sucede lo que supone toda la diferencia.
Los límites están muy altos para quienes se atreven a creer en el potencial prácticamente ilimitado de los seres humanos.
GRACIAS James Holman por quitarnos de un plumazo muchas excusas.
Nos demostraste hace casi 200 años que un hombre armado con un sueño y un deseo ardiente, puede lograr todo lo que se propone.
Mi gratitud y mi recuerdo para este héroe.