Ya lo hemos dicho muchas veces. Las grandes claves para alcanzar el éxito en la vida, fueron ya recogidos por la filosofía clásica.

Quien aquí comparece es uno de los grandes sabios de la Antigua Grecia: Aristóteles. En su obra «Ética Eudemia»  hace una interesante clasificación de los elementos que mueven cada uno de nuestros actos.

Según el estagirita, los actos voluntarios de los seres humanos pueden estar promovidos por tres elementos:

-el apetito, que es el «deseo irracional de placer«;

-el impulso, que vendría a ser el «deseo que induce irreflexivamente a la acción«;

– y la intención, que se refiere al «deseo que responde a un plan meditado«.

Como se puede adivinar, Aristóteles llega a la conclusión de que únicamente los actos motivados por la intención son los verdaderamente voluntarios y poderosos. Mientras que los actos movidos por el apetito o el impulso son inconsistentes, casi involuntarios, los promovidos por la intención, por el deseo reflexivo y profundo, son consistentes y capaces de producir grandes cambios en nuestras vidas.

Es sorprendente como un análisis sobre la motivación humana (ahora que tanto se habla de ella) y que tiene más de 2.500 años, es tan aplicable hoy día. Para comprobarlo, únicamente tienes que analizar tus propios actos. Seguro que podrías clasificarlos en una de estas tres categorías.

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