Vamos a analizar cómo podríamos transformar la motivación en resultados :
1.- Intención vs. Decisión.
No es lo mismo.
Una lista de intenciones por más seria, completa, virtuosa y bienintencionada que sea, no deja de ser un conjunto de pensamientos que habitan en la mente y que se han trasladado al papel en busca de consumarse en la realidad, de acercarse a ella a través de nuestra imaginación y deseo.
Pero una lista de decisiones no existe… Puedes haber estado meditando y preparándote para tomar una decisión mucho tiempo y, entre otras cosas, haber utilizado una de esas listas para reflejarla como una intención, pero cuando le llega el momento a la decisión, ésta es puro acción, es un chasquido mental de décimas de segundo que te sitúa en otro plano.
Decidir tiene un poder inconmensurable, es la voluntad hecha presencia. No se me ocurre avance o progreso alguno sin decisión, pues si nos atenemos a un símil aristotélico, con sólo intenciones no existiría movimiento, sería todo pura potencialidad frente a la vida misma, puro acto, o sea, lo inexistente por indeciso contra lo palpable por hecho. La cosa no tiene color: “…to be or not to be, this is the question!”.
Si apuras la copa de tu existencia correctamente, no serás de aquellos que quedan atenazados por un exceso de preparación para realizar cualquier cosa ni tampoco de aquellos otros que vulneran sus posibilidades por miedos irracionales que disfrazan de excusas constantes. No hace falta jugase la vida en cada envite, no es la mejor opción, pero dejarla pasar por la inacción es aún peor.
2.- Trinchando el filete…
Cuando se trata de pasar a la acción masivamente, es básico reconocer que si se hace con un gran objetivo como meta no va a ser posible obtener resultados en poco tiempo y, es más, no sería un gran objetivo si eso fuera posible.
Como en el ejemplo de la comida, si a nuestra mesa se sirve un buen trozo de carne jugosa y sabrosa, si pretendemos de un solo bocado hacernos con él, masticarlo y engullirlo, a ver cuánto tardamos en atragantarnos; inténtadlo y las posibilidades de conseguirlo veréis que son mínimas.
Si, en cambio, utilizas los cubiertos y vas cortándolo en trozos de una dimensión más aceptable para el tamaño de tu boca y los vas comiendo de uno en uno, disfrutando de su sabor y su textura, además de digerirlo mejor y más salivado para una buena digestión más saludable, te acercarás a él con mayor educación para con todos los comensales, sin espectáculos lamentables para los demás y, entre otras cosas magníficas, ganarás tiempo para disfrutar de la mesa y del mantel con quien te halles.
Piensa en este ejemplo y tiende todos los paralelismos que consideres hasta estar bien seguro de que hay pocas cosas tan importantes como ésta: los objetivos se consiguen poco a poco, con decisiones de alcance próximo y realista que conducen, todas ellas juntas, hasta la meta final. No te olvides de ser previsor y paciente.
3.- Cuando uno se pierde, consulta el mapa.
Pero a veces, a pesar de todo el interés que pongamos en alguna cosa y pensemos que tenemos el camino trazado sin fisuras, llegan los despistes, los desánimos, cualquier tipo de obstáculo en la carrera hacia un objetivo que parece que puede dar al traste con él o rebajar el nivel de exigencia que nos hubiéremos planteado en un inicio.
En esos momentos de duda o de zozobra, la importancia de un plan escrito es fundamental. Cuando tengas un resquicio de abandono, recupera lo que escribiste un día fijándote las metas a conseguir y que te llevarían a alcanzar tus sueños. Aquel esfuerzo es tu guía. Todo volverá a la normalidad que tú mismo te trazaste y comprobarás la fuerza que posee todo aquello que está plasmado en papel que, siendo tuyo, parece ahora una ayuda externa que te relanza hacia tu destino.
Se puede llegar muy lejos, mediante pequeños pasos. Lo importante es tener claro hacia donde vamos, movernos en la dirección correcta, que los pequeños pasos se hagan consistentemente y ser feliz mientras caminamos.
GRACIAS JOSÉ MANUEL