Aunque parezca mentira, leer no siempre es bueno.  Todo depende de lo que se lee y, sobre todo, cómo se lee.

La forma en que se lee determina la calidad de la lectura y, por extensión, el tipo de lector que eres. Desde este punto de vista, podríamos hacer nuestra la categorización de la novelista inglesa Edith Whartorn (1862-1937) y establecer dos tipos de lectores: el lector autómatico y el lector natural.

El lector automático  que es aquél que se limita a devorar libros sin más, sin ningún análisis ni reflexión propia. Asimila palabras pero no conceptos, pues su relación con el libro es meramente superficial, sin llegar a conectar nunca con el autor. El lector automático gusta de enumerar los libros que lee y lo hace saber a sus más cercanos, a quienes se limita a repetir las ideas en ellos leídas.

El criterio a la hora de elegir libros suele ser la “vox populi”, lo que le ha recomendado la gente o, simplemente, el libro que está de moda. Hace acopio de obras es su biblioteca, pero sin hacer uso de sus ideas (como decía Epicteto), como quien colecciona fósiles. Más que una virtud, este tipo de lectura se puede considerar como un vicio difícil de erradicar, pues no hay peor vicio que el que se considera socialmente una virtud.

Por su parte, el lector natural es aquél que hace de la lectura un acto casi fisiológico, como respirar, hasta convertirla en algo propio, natural.  Asimila el texto y sus conceptos, pero hace adiciones propias, fruto de la reflexión provocada por el libro. De esta forma se produce un verdadero diálogo con el autor, un intercambio de ideas autor-lector.

A la hora de elegir qué leer no sigue modas ni contextos, sino que lee aquello que le va a ser útil, de forma que tiene establecido su propio plan de lectura para los próximos meses e incluso años. Es discreto y no se vanagloria de sus lecturas.

Como se puede comprobar, la diferencia entre un lector y otro es abismal. Y el ejercicio de autocrítica no es fácil.

0 comentarios de “¿Qué tipo de lector eres?

  1. Josep Sanvisens dice:

    Efectivamente Orfeo, el ejercicio de autocrítica no es fácil.
    A veces he subrayado frases para facilitar un posterior repaso de conceptos. Otras veces he escrito notas para adaptar ideas, como quien compra una prenda de ropa y la retoca para que encaje en su cuerpo. A pesar de ello cuando contemplo mis estantes llenos de libros no puedo evitar preguntarme ¿Cuanto conocimiento he puesto en práctica de lo mucho que aqui hay? La respuesta es no mucho. Si cambio la pregunta por: ¿Me han ayudado estos libros? La respuesta es un rotundo si.
    GRACIAS POR ESCRIBIR.

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