“Hay tres cosas con las cuales el ser humano debe estar satisfecho:
Con todo lo que suceda.
Con sus amistades y posesiones.
Con sus pensamientos puros.”
James Allen
Me encanta esta proposición, literalmente, pues me quedo por un tiempo indefinido absorto en ella en multitud de ocasiones. Si es tremenda la afirmación, más lo es el párrafo siguiente, en el que escueta y brillantemente especifica el autor las ventajas de dichas satisfacciones: no tendrás pena, ni ansiedad ni miseria, ni el sufrimiento de la humillación que procede de la impureza. ¡Casi nada! Me resulta de tal maestría que me reconfortará reflexionar a continuación un tanto sobre cada una de las tres “satisfacciones” que apunta el gran autor:
Con todo lo que suceda
Realmente, saber encajar con deportividad cualquier evento vital es un poderosísimo bálsamo, más que cualquier otro que en el alma anide, ya que aquél que sepa aceptar los acontecimientos de la vida sin depender de ellos, sabiendo navegar por encima de las circunstancias, será el que está preparado para ser una persona en constante evolución; además, lo hará según sus propios parámetros y no sobre los de lo demás o los demás.
Recibir el destino con positividad, intentando leer las consecuencias de cualquier suceso, por duro que sea, como posibilidades que se abren o lecciones que necesitábamos y nunca como barreras impenetrables, es una verdadera bendición y, para mí, el termómetro del estado interior de cada cual. Pero saber que actuar de esa manera nos estará ahorrando sufrir la pena que se deviene de dichas barreras, es en sí mismo un objetivo definitivo: la pena es inevitable en muchas ocasiones, pero no aporta nada realmente, ni soluciona el resultado de lo acontecido ni desahoga el desasosiego producido.
Sólo el aceptar satisfactoriamente los sucesos que van dándose sin nuestra influencia nos proporciona la perspectiva de una vida de felicidad continua, pues es entonces cuando nosotros influimos sobre ellos, adjetivándolos a conveniencia y rompiendo la cadena esperada de negatividad.
Con sus amistades y posesiones
¿Qué decir de algo tan poderoso y clarificador? Cuanto menos, que nos invita a recapacitar en la conveniencia de ciertas relaciones o en los objetivos físicos a conseguir: si bien el estar satisfecho con las amistades que se tengan nos redime de la ansiedad de no tener las deseadas, no por ello debemos bajar la guardia en la búsqueda o acercamiento a éstas; y también si el estar satisfecho con las posesiones que se tengan nos evita el sentimiento de estar en miseria, tampoco es óbice para despertar en nosotros objetivos que nuestro deseo anhele y enfocarnos en su consecución.
Por tanto, esta lección tan magistral no conlleva implícitamente un agotamiento en sí misma, es decir, no está guarnecida con la complacencia o la autocomplacencia, ¡ni mucho menos! Su espíritu es idéntico al del primer caso: que el estado actual de las relaciones y propiedades que se tengan no nos produzca una infelicidad que acabe siendo improductiva, que acabe ahondándonos en un estado depresivo que nos impida avanzar en el crecimiento personal y profesional. Cuando Allen escribe esto, se encuentra ya más cerca del hombre realizado en su máximo potencial que otra cosa y, más bien, afirma, entonces, que seremos capaces de obtener plenitud de cualquier cosa a partir de ese punto espiritual pues no dependeremos de ellas básicamente.
Con sus pensamientos puros
Y para rematar, una reflexión ligada al origen de todo, al verdadero inicio de lo positivo: el que alcance un modo de pensar puro, limpio, apartado de la opción de maldad que en todo bulle, ese será un hombre que habrá superado la humillación que nosotros mismos nos provocamos al no estar del lado de lo que sabemos correcto en un momento determinado.
Se podría objetar que depende mucho ese sentimiento de la zona del globo terráqueo en que uno haya nacido y en su ética y morales asociadas, pero no se trata de eso; yo también creo en que la corriente de fraternidad entre todos los seres humanos recorre el subconsciente común. Es algo principalmente debido al Amor y a la capacidad de amar: afirmo que el pensamiento puro al que se refiere el autor es Amor, y de ahí que todo lo que deviene de él es bueno, está en la parte positiva y ayuda a crecer a uno mismo y a su entorno.
A Uno y a Todo, desarrolla una actitud positiva.
Estas reflexiones sobre cada una de estas tres claves, nos abren la mente a pensamientos muy poderosos y muy útiles. En mi caso seria:
-No te aferres a tus perspectivas deseadas, Si no se cumplen, busca que hay de positivo en lo que si sucede.
-Valora lo que ya eres y ya tienes mientras haces para ser mas y tener mas.
-Pon amor en todo lo que hagas, no hay poder mas grande en el Universo. Junto al amor no tiene cabida el miedo.
¡EXCELENTE JOSÉ MANUEL. MUCHAS GRACIAS!