¿Sabes escuchar? Vamos a averiguarlo con juego.

Imagina que vas andando por la calle y que te encuentras con un amigo al que aprecias sinceramente. Tras el afectuoso saludo y la conversación banal de inicio, te dice que ha tenido una pequeña discusión en casa a cuenta de las vacaciones:

«Pues yo quería aprovechar estas semanas de verano para descansar en medio de la naturaleza. Tenía reservada desde hace meses una casa rural en la montaña, en un paraje idílico. Sin embargo, mi mujer y los niños quieren ir a la playa, al apartamento de su familia, para coincidir con sus hermanas y con sus respectivas familias. Hemos discutido y no sé lo que hacer. Si cancelo la reserva de la casa rural, perderé el dinero entregado a cuenta y, además, no quiero pasar el verano en el bullicio de la costa».

Situado ¿cuál de estas contestaciones le darías tú?:

1) El año pasado a mí me pasó algo parecido. En casa no nos poníamos de acuerdo sobre dónde pasar las vacaciones. Al final lo que yo hice fue…

2) ¡Siempre con tus manías! Es normal que quieras descansar… pero debes pensar en los demás y sobre todo en los niños.

3) La montaña es muy aburrida. Al tercer día de estar allí seguro que echas de menos un poco de bullicio. El verano es para disfrutar. Verás como en la playa lo pasas bien.

4)  ¿Cuánto dinero has pagado a cuenta de la reserva?

¿Cuál de estas cuatro crees que sería la respuesta más adecuada? Piénsalo un momento.

Aunque no lo parezca, la respuesta correcta es la 4. Sí.

Las otras tres respuestas están dominadas por lo que se conoce como los tres enemigos de la empatía y de la escucha activa: el ego, la crítica y el juicio.

Efectivamente, la primera respuesta, la 1), es fruto del ego, de pensar en uno mismo en lugar de en la persona que tenemos delante, que es precisamente quien tiene el problema. Aunque la intención sea la de ayudar, al hablar de uno mismo se da una horrible sensación paternalista, de pretender educar con el ejemplo propio. «Fíjate en mí» se está diciendo en realidad.

La respuesta 2) tampoco es la deseable. Con determinadas personas (especialmente cuando hay una relación muy cercana o familiar) se tiende siempre a juzgar, no el problema, sino a la persona que nos lo está contando. Es entonces cuando aprovechamos la controversia para decirle una vez más que debe cambiar ese aspecto de su carácter que no nos gusta tanto. Mientras el otro habla, no escuchamos. Estamos demasiado ocupados pensando «ya está éste con sus cosas» y recordando episodios del pasado en el que salió a relucir su egoísmo, su temperamento, su racanería.

El tercer enemigo de la empatía es nuestra tendencia a convertirnos en juez del pequeño litigio planteado. A diferencia del anterior, el juicio no se centra en la persona o personas involucradas, sino en los hechos objetivos. Se atiende con la mayor asepsia posible a las circunstancias y argumentos de las partes, para finalmente dar un veredicto que consideramos justo.

El problema es que ese veredicto, además de innecesario, es injusto. Difícilmente puede serlo pues  solemos cometer el error de afrontar el problema desde nuestro punto de vista particular, respondiendo a esta pregunta: ¿qué haría yo si se me diera el caso? Y además, echamos mano de una justificación falaz: «es obvio que si me lo ha contado es porque quiere saber mi opinión». El error es evidente pues nuestra solución, lo que nosotros haríamos en su caso, no tiene porqué ser lo mejor que puede hacer el otro en sus circunstancias.

Estos tres enemigos de la escucha activa, ego, crítica y juicio, llevan a concluir que la respuesta más adecuada es la 4). Es la única que de verdad muestra interés sincero por el problema. No juzga, ni critica, ni habla de uno mismo. Trata primero de obtener más datos, para a continuación,  conseguir que nuestro amigo hable, que exponga todos los argumentos, que razone en voz alta. Siguiendo con el ejemplo, las siguientes preguntas serían de este tipo:

¿Y qué dice ella respecto a la pérdida del dinero de la reserva? ¿Y cuánto dinero os cuestan las vacaciones en un sitio y otro? ¿Con cuántas personas coincidiríais en el apartamento? ¿Ambas vacaciones son incompatibles o habéis hablado de repartir el tiempo entre un sitio y otro?

Serían válidas todas las preguntas de este tipo que se nos puedan ocurrir.

Al fin al cabo, puede que nuestro amigo lo único que quiera es ser escuchado. Simplemente eso.

2 comentarios de “¿Sabes escuchar? Descubre con un juego los tres enemigos de la empatía

  1. Josep Sanvisens dice:

    ¡Excelente Orfeo!
    Tomo nota de estos tres enemigos ego, crítica y juicio. Saber escuchar es un arte basado, como todas las buenas relaciones humanas, en el aprecio sincero hacia la otra persona.
    Lo lamentable es que muchas veces escuchamos para responder en vez de escuchar para entender y la respuesta contiene alguno de estos tres enemigos que has citado.
    ¡GRACIAS POR ESCRIBIR!

    • Orfeo dice:

      Muchas gracias, Josep. Totalmente de acuerdo contigo. Es difícil mantener buenas relaciones humanas sin «mostrar aprecio sincero por los demás», que diría el gran prohombre de las relaciones humanas, Dale Carnegie. Lo demás, las relaciones sin aprecio o por interés, son imposturas que a la larga quedan desveladas. Gracias de nuevo.

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