¿Quieres descubrir el mundo?
No te esfuerces. La industria del turismo se hará cargo de ti y te permitirá verificar que se parece a las fotografías de los folletos publicitarios.
¿Acaso es la belleza lo que te interesa?
No te esfuerces. Utiliza cremas y píldoras, recurre a los masajes, a la cirugía estética, ve a la cura de talasoterapia, envuélvelo todo en una indumentaria atrayente. Tal es el precio de la belleza. Elevado, eso ni que decir tiene.
Si te gustan las bellas historias, no te tomes la molestia de leer: mira la televisión, ve al cine.
Si la gastronomía te tienta, no aprendas cocina: págate buenos restaurantes.
Si queréis emociones fuertes, date una vuelta por EuroDisney.
Si te fascinan las cuestiones metafísicas, acude a consultar a un mago.
Y si, pese a todas estas diversiones, te hundes en la depresión, tómate un Prozac o un Lexomil.
Pero sobre todo no emprendas nada por ti mismo, no vayas a esforzarte, a desgastarte, a fatigarte, a someterte a una disciplina que te obligue. Paga, eso es lo único que tienes que hacer.
Este irónico texto es del periodista y escritor francés François de Closets. Se trata de una demoledora reflexión sobre la sociedad actual, que entronca con alguna de las ideas relacionadas con la ACTITUD, que siempre hemos querido transmitir en el blog.
Nos da pie para recordar que la fórmula del éxito se basa en un noventa por cien en la actitud (con c) y en un escaso diez por cien en la aptitud (con p).
Efectivamente, cuando admiramos el éxito de alguien debemos pensar el esfuerzo que hay detrás.
Así por ejemplo, el dinero puede hacer la vida más cómoda y obtener aquello que deseas con rapidez. Sin embargo, lo que algunas veces no se tiene en cuenta es el trabajo necesario para ganar ese dinero.
Evidentemente nuestra filosofía es que el éxito se basa en el esfuerzo, por tanto ¡esfuérzate!
Totalmente de acuerdo.
Desconozco el autor, pero recuerdo la muy conocida frase: El único lugar del mundo donde el éxito se encuentra antes que el trabajo es en el diccionario.
¡Gracias Orfeo!
Magnífica cita a colación, Josep! Es de Donald Kondall y es una de mis favoritas. Gracias por invocarla.