Seguro que hay una parte de ti (tu ego) que no estará muy de acuerdo con esta afirmación que acabo de hacer, pero es absolutamente cierta.

La felicidad no depende de nada externo, de ningún logro a conseguir, de llegar a algún destino o de realizar determinada acción. Son nuestras propias reglas personales que dicen «cuando logre esto», «cuando llegue allí», «cuando haga aquello»… las que están limitando que experimentes esa emoción natural y que siempre está dentro de ti «encendida» que es la felicidad.

La verdadera felicidad no conoce el «off», está siempre en «on».

Fíjate en cualquier niño, y lo verás sonreír en innumerables ocasiones aparentemente por ninguna razón. La felicidad es un estado natural en ellos que aflora espontáneamente. Sin necesidad de que ocurra nada especial.

La verdadera felicidad no necesita ninguna razón, no necesita dinero, ni logros, ni posiciones o títulos. Fluye de manera natural por el simple hecho de estar vivo, de tener la capacidad de emocionarse con los pequeños y los grandes detalles. No necesita de circunstancias ideales o de momentos perfectos. Siempre está ahí presente, aunque no seamos capaces de experimentarla por nuestros propios límites mentales.

Necesitamos rescatar esa inocencia que en algún momento de nuestra vida nos permitía reirnos sin causa aparente, disfrutar cada minuto por el simple hecho de tener la oportunidad de vivirlo, amar por el placer de amar a los demás sin esperar nada a cambio,… Si rescatas todas esas sensaciones te darás cuenta de que la felicidad siempre ha estado ahí, en tu interior, esperando a que simplemente te dejes llevar y la disfrutes.

No necesitas ninguna razón para ser feliz. Tal vez simplemente necesites decir un SI rotundo a la felicidad. Aquí y ahora. Las grandes verdades son siempre las más simples.

Un comentario de “No necesitas ninguna razón para ser feliz

  1. Josep Sanvisens dice:

    Si José Mª. De acuerdo totalmente en que la felicidad es una decisión que podemos tomar en cualquier momento, incluso en circunstáncias adversas. Quizás no evitemos el dolor, o la tristeza, pero aun así podemos encontrar mil razones o motivos para agradecer, comenzando por el hecho de estar vivos y mantener la paz interior, que en definitiva en eso radica la felicidad.
    GRACIAS POR ESCRIBIR. UN ABRAZO

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