“En el mundo no hay nada difícil siempre que el hombre tenga asiduidad.”
Proverbio Chino
Casi siempre nos obstinamos en medir y plantear los giros que necesitamos en nuestras vidas de un modo cuantitativo, que si vamos a hacer más de esto o menos de aquello, estableciendo, sin darnos cuenta, un espíritu cuasi competitivo con nosotros mismos que se hace complicado vencer por inercias de siempre o por no tener bien entrenada la fuerza de voluntad. Para todos ellos, el siguiente consejo.
De un modo contrario, pero realmente efectivo y medible a posteriori por sus resultados, es más aconsejable la serenidad que conlleva enfocarse en conceptos que nos apetezcan ver aparecer en nuestras vidas y que sean cambios más radicales, movimientos que afecten a las causas de las que nos podemos beneficiar, pues, de ese modo, iremos introduciendo paulatinamente las perspectivas correctas que, al tiempo, producirán efectos mensurables y perceptibles.
Por tanto, para aquellos en los que una verdadera decisión encuentre problemas de arraigo, un camino que ponga en valor los cambios cualitativos también es una opción a valorar por cuanto, además del trabajo en la buena línea que se establece al enfocar en ellos, no deja de ser la preparación necesaria e implícita para una gran decisión. Podríamos decir que es el camino largo, pero el que nos acaba llevando al mismo destino final, como si realizáramos una aproximación matemática de cálculo integral, infinitesimal, por “microdecisiones”.
Por ejemplo, si pensamos en comer sano y ese es el paradigma que vamos entrenando e introduciendo, fijaremos nuestra atención en encontrar el conocimiento que nos vaya armando de cara a ese objetivo, y conllevará acciones ligadas a nuestro deseo de un modo más suave, menos agresivo que una dieta que se instale de golpe en nuestro día a día con la búsqueda de rebajar la balanza a toda velocidad, que igual que vino se puede ir en un tris.
De igual manera y por poner otro ejemplo, si uno decide no impregnar su vida del constante bombardeo de los media irá habilitando su cerebro con otras opciones que redundarán, poco a poco, en un tiempo mejor invertido, bien en formación que se pretenda conseguir, bien en producción de tareas que nos lleven adelante en algún proyecto que nos realice, bien en disfrute personal, físico o emocional.
El consejo, por consiguiente, es el de generar inercias diferentes en las que el cambio ya se encuentre operativo de un modo embrionario, buscar las causas, las cualidades necesarias para alcanzar ciertos objetivos, más que los pasos cuantitativos de inmediata consecución. Con el tiempo y la asiduidad, nada será difícil y se irá produciendo una transformación que acabará brillando de igual manera que los logros acaecidos de un modo más cortante y “heroico”, nunca descartables y siempre loables, por supuesto, pero que pueden adolecer de superficialidad.