Tienes un legado. Te lo dio la genética, o sea, tus padres. También la educación, aunque aquí también influyó la escuela. Luego vinieron las circunstancias. Todas, las buenas y malas. Genética, educación y circunstancias conforman tu legado. “Pasado” lo llaman algunos.
Da igual como se llame. Lo importante es conocerlo, es decir, ser consciente de ello; y, sobre todo, aceptarlo.
Esto último puede no ser fácil. Sobre todo si tienes un rasgo de tu personalidad que no te gusta y que “has heredado”; o si tuviste una educación estricta o una educación sin valores. También si sufriste la muerte de un ser querido, un desengaño amoroso, una injusticia, un abuso.
Pese a todo, está en tu mano aceptar ese legado. Por muy doloroso que sea, depende de ti que tu pasado no lastre tu futuro. Y la única manera de que eso ocurra es aceptarlo.
Aceptar tu legado es el paso previo para aprender de él. En lugar de negarlo o luchar en su contra, debes ser alumno de tu pasado. Así estarás en disposición de que no se repita y de demostrar que aprendiste la lección.
Acertado como siempre el artículo! Primero hay que conocerse y aceptarse, para luego dejar ir y seguir adelante.
Luchar en contra de nuestro legado, seria tan absurdo como querer cambiar nada menos que el pasado. A pesar de ello podemos caer en el error de pretender hacerlo.
GRACIAS POR HACERNOS CONSCIENTES DE ESTE POSIBLE ERROR ORFEO