Ha venido mi madre a nuestra casa un rato y me ha cogido al teclado escribiendo, apuntando reflexiones sobre algún tema que después se convierten en un post, o varios, para vosotros. Y viéndola moverse de aquí para allá, preguntando en qué podía ayudar, qué podía hacer, si queríamos que preparara la cena para tener esa comida ya cubierta…¡lo he visto claro!
Desde ha ya tanto que la admiro profundamente por valorar, en su ausencia, ya que estudié fuera de mi ciudad, su infinita capacidad de dar, no lo he hecho nunca patente como un recurso, pero es que estaba pensando en la actitud cuando se ha cruzado por delante de mí con una colcha que pretendía lavar y se me ha encendido la bombilla: la actitud perfecta es la manera de enfrentar las cosas de mi madre, de una madre en general.
No estaría mal construir un termómetro mental referente a los grados de actitud en base a la entrega y la implicación constantes que nuestras mamás demuestran cotidianamente, casi tan de continuo que no lo valoramos lo suficiente. ¡Pero si tenemos en casa las catedráticas de la actitud! ¿Alguien sería capaz de igualarlas? Los hijos somos su motivación eterna desde que golpeamos sus vientres con pataditas que avisan bien pronto que nos iremos corriendo algún día, y el amor materno es el generador de actitud más importante que conozco. Con mi mujer pasa igual para con mis hijos. ¡Maravilloso!
Cualquier cosa que nos mueva tanto que se vaya pareciendo a lo dicho anteriormente, nos procurará una tipo de actitud tan resuelta y decidida que se convertirá en imbatible, en inolvidable y, a buen seguro, en un arma de producción insustituible. Por tanto, todo aquello que consideres tuyo, que debes cuidarlo en su crecimiento, que te produzca sentimientos de trascendencia, de felicidad, de cariño, que te importe realmente, que no te haga dudar ni lo más mínimo en actuar, que te preocupe por encima de todo y que, al tiempo, respetes tanto que lo dejes crecer con independencia y respeto, todo aquello que se parezca a eso en tu andadura te proveerá una actitud a prueba de todo, la suprema que puede encontrarse en la naturaleza humana.
¡Buenas tardes, “Mater”, me voy a otro lugar, que aún me va a resultar más difícil escribir de todo esto a sabiendas de que hago como si supiera lo mismo que tú…! ¡Será posible! Una sugerencia: a repetir el modelo, damas y caballeros.
Una madre es sin duda el mejor ejemplo de comunicación y relaciones humanas. ¿Como lo hace para conseguirlo? Sencillamente utiliza el mayor de todos los poderes que existen. El amor.
GRACIAS JOSÉ MANUEL.