La capacidad de pensar por uno mismo está en grave peligro. Hoy día se sustituye el análisis propio, por la aceptación de los grandes dogmas sociales. Preferimos compartir la “opinión general” sobre un asunto de política, economía, sociedad, etc., antes que pararnos a pensar. Creer lo que todo el mundo cree es más fácil que tomarse la molestia de examinar las cosas con rigor.
Este síntoma de pereza mental lo sintetizó Séneca hace 2.000 años con esta frase:
«Cualquiera quiere mejor creer que juzgar por sí mismo«
Por si ello fuera poco, en una conversación común se suele reforzar esa opinión concreta con el argumento de que “eso mismo es lo que piensa todo el mundo”, como si lo generalmente aceptado por todos fuera lo bueno o razonable.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) dijo que “la universalidad de una opinión no es una prueba de su veracidad”. En su obra “El arte de tener razón”, señala como una de las estratagemas dialécticas el utilizar el argumento de «la autoridad del público general»; es decir, de tratar de sustituir las razones propias por la autoridad de la opinión mayoritaria.
Para Schopenhauer, “no existe ninguna opinión, por absurda que sea, que los hombres no se lancen a hacerla propia apenas vean que se trata de una opinión universalmente aceptada. Son ovejas que van por detrás del carnero guía adondequiera que les lleve. Les resulta más fácil morir que pensar.”
Haciendo un ejercicio de aplicación práctica de esta idea de Schopenhauer, podríamos lanzarnos a nosotros mismos un reto. Se trataría de determinar cuáles de nuestras opiniones sobre cualquier tema de actualidad son fruto de un proceso de reflexión propio; y cuales son meras trasposiciones a nuestro cerebro de opiniones popularizadas por los medios de comunicación.
Cuidado con el ejercicio. No es apto para conformistas.
Cierto, el ejercicio no es apto para conformistas.
Aquellas opiniones, o creencias, o convicciones sobre cualquier tema de actualidad, además de de pensar si son propias o adquiridas, que es muy importante, también podríamos pensar si nos favorecen en cuanto a darnos seguridad, autoestima y confianza para avanzar hacia nuestros objetivos, o por el contrario nos obstaculizan en este aspecto. Y esta idea Orfeo, tampoco es mia, pero como estoy de acuerdo con ella, la he aceptado. Resumida en una frase seria: «No mires solo si es verdad, mira también si es útil».
GRACIAS POR ESCRIBIR.
Me parece una buena idea, Josep, siempre y cuando vayan en ese orden: primero la verdad y después la utilidad.