Uno de los métodos más eficaces de aprendizaje es la conversación. Ya en la Antigüedad Clásica se descubrió el valor del diálogo como forma de transmisión y adquisición de conocimiento. Sin duda, el mayor exponente de este método fue Platón y sus famosos Diálogos.
Para que surja la conversación nutritiva es necesario tener una decidida predisposición a escuchar, más que a hablar. Se ha de estar «abierto a escuchar». Así se estará más cerca de entender la opinión del otro, a quien jamás se ha de juzgar. Escucha activa significa fomentar la participación, hacer que surjan nuevas ideas.
Al hablar se ha de utilizar siempre la primera persona para compartir experiencias e ideas. No es importante dominar la conversación y mucho menos imponerse. Lo importante es mostrarse sincero, personal, cercano y dejar que fluya la conversación.
De lo que se trata es de que surja la INSPIRACIÓN en todos los interlocutores. De ahí surgirá la PALABRA.
Como dice el filósofo Theodore Zeldin:
«La conversación es como un encuentro entre mentes con recuerdos y hábitos distintos. Cuando las mentes se encuentran, no sólo intercambian hechos, sino que los transforman, los remodelan, interpretan sus diferentes implicaciones e inician nuevas líneas de pensamiento. La conversación no sólo se limita a barajar las cartas: crea nuevas cartas».