La gente solemos entender por empatía la habilidad para conectar con los demás al ser capaces de comprender lo que los demás piensan o sienten, pero se trata de un proceso más profundo, realmente, a otro nivel más sentimental. La clave para ser empático es la habilidad de sentir lo que los otros sienten. Y de pensar lo que ellos piensan, según sus códigos propios. No es cosa baladí ni fácil de realizar, sin duda, mas si nos contentamos con comprender solamente a los demás, como decía al principio, a ciencia cierta que estaremos viendo el mundo desde nosotros: ¡no nos equivoquemos! Y eso no es empatizar, sin duda alguna, es sólo comprender, usar la razón, concretamente nuestra razón.
Cuando tratamos con otras personas, donde cada una de las cuales tiene su propio esquema de certezas y creencias muy arraigado, más de lo que creemos, es muy importante que distingan nuestro respeto hacia los mismos, ya que no es habitual encontrar a alguien que sea tan fluido en su pensar como para adaptar dicho esquema según las circunstancias y persona que tenga delante. Obviamente, es al revés lo que sucede de normal: son los acontecimientos los que se estudian y ordenan según los a priori mentales de cada cual. Pero ahí radica la clave de la empatía, en mi opinión. No hay otro motor para movernos en sendas empáticas que el entrenar la flexibilidad de dichos esquemas, relativizar las posiciones de uno mismo y estar siempre dispuesto a comprender que hay tantos caminos de búsqueda de verdad como personas.
Por tanto, si en el trato con el prójimo el conocer sus intereses y demostrar un interés franco por ellos, que son variables que dependen de nosotros mismos, es un paso importante, debe añadirse como un punto fundamental de extraordinario valor el tema de la vibración sentimental, el ser capaz de sentir como el otro verdaderamente para que se produzca el increible fenómeno de la empatía. La gente valorará mucho los dos primeros puntos, pero se fiará totalmente del que sea capaz de darles esa confianza que la empatía aporta.
Y bien, ¿cómo se hace? Pues ese logro, repito, sí debe entrenarse para la mayoría, ya que no abundan las personas con esa capacidad innata, aunque haberlas, haylas. Está muy próximo al concepto de felicidad flexible que la estupenda psicóloga y escritora Jenny Moix trajo hasta uno de nuestros eventos en la magistral ponencia que dictó hace unos meses sobre el mismo. Viene a decirnos que el camino para dominar esa faceta de la felicidad es uno que se adapta a todas las circunstancias, es el desmantelamiento de nuestra propia rigidez. Cuando seamos capaces de dudar de todo sin perder la calma, nuestro espíritu estará preparado para ser una fuente de empatía natural, un ente conocedor de que en la pluralidad del sentir y del pensar de cada ser se encuentra el mismo afán, la misma búsqueda.
En resumen, me gustaría definir la empatía como un abrazo mental, como algo cálido y sentimental que acompaña al desarrollo de las relaciones humanas por encima de razones o razonamientos, que siendo diferentes se unen de ese modo. ¿Nos abrazamos?
Si , estoy de acuerdo Josep. el no juzgar es fundamental le agregaría ser integro con uno mismo y el entorno.
En resumen, me gustaría definir la empatía como un abrazo mental, como algo cálido y sentimental que acompaña al desarrollo de las relaciones humanas por encima de razones o razonamientos, que siendo diferentes se unen de ese modo. ¿Nos abrazamos?José Manuel me gustaría apropiar me tus palabras.
Saludos.
Ciertamente la empatía es mucho mas que comprensión. A mi entender debe comenzar por no juzgar, tener un interés sincero y respeto que merece todo ser humano. La empatía se puede incrementar si se practica y se puede mantener incluso en el caso de no estar de acuerdo con las acciones de la otra persona.
Gracias José Manuel
interesante yo soy enfermera y acerca de la empatía tiene mucho que ver en nuestra profesión pues yo creo que para poder ser una buena enfermera es fundamental tener empatía hacia al paciente y así podremos conocer un poco mas acerca de sus necesidades .