El apego se puede definir como el sentimiento de afecto o el interés por algo.

A lo largo de la historia de la Humanidad el hombre ha ido mutando su lista de apegos y desapegos. El hombre primitivo, por ejemplo, tenía muy pocos apegos. No se los podía permitir. La lucha diaria por la supervivencia hacía que tuviera escaso afecto por sus raíces, sus posesiones, etc… incluso por su familia.

Por contra, el hombre moderno, el del siglo XXI tiene una lista interminable de apegos. Su familia, su pareja, sus amigos, su casa, su coche, su equipo de fútbol… Son tantos que incluso podríamos clasificarlos en distintos tipos:

  • Apegos materiales, cuya definición se contiene en el propio término;
  • Apegos emocionales, que son aquellos que se generan por el sentimiento de cariño o incluso dependencia de alguien;
  • Apegos sociales, provocados por la alienación con un dogma político, religioso o social.

Todos estos apegos, la mayoría de ellos superfluos e incluso nocivos, han provocado el desapego hacia otros bienes o dones. Lógico. Siguiendo la norma «antes de entrar dejen salir», nuestra mente ha sustituido determinados apegos que tradicionalmente teníamos, por otros más modernos.

Sin duda, los tres grandes desapegos  del hombre actual, los tres grandes dones por los que ha perdido buena parte de su interés, son:

  • La naturaleza, que ha dejado de ser el entorno en el que el ser humano convivía en armonía, sabiéndose consciente de él;
  • Los demás, o mejor sería decir, el interés por entender las necesidades de otros grupos sociales; lo que ha mermado nuestra capacidad de vivir en comunidad. Este desapego se ha visto favorecido por la nuevas tecnologías, que han trasladado al plano virtual buena parte de las relaciones humanas.
  • Su espiritualidad o la falta de creencia en que somos algo más que cuerpo y mente, cuando en realidad también tenemos un alma que debemos cuidar.

Estos tres desapegos actuales han hecho que el hombre actual del siglo XXI sea, en realidad, un poco menos humano. Sin duda alguna, nuestra humanidad se ha reducido considerablemente y estos tres factores han sido determinantes.

La buena noticia es que se trata de una generalización y que, por tanto, en la mano de cada uno de nosotros esta conformar y ordenar nuestra propia lista de apegos y desapegos.

Seguro que se trata de un poderoso ejercicio de autoconocimiento.

2 comentarios de “Haz tu lista de apegos y desapegos

  1. Josep Sanvisens dice:

    Me gusta la idea de practicar la convivéncia con la naturaleza, mejorar las relaciones humanas y tener plena conciéncia de que somos seres espirituales que vivimos una experiéncia humana.
    El apego con carácter posesivo o la dependéncia, evidentemente que son nocivos. No confundamos un te quiero, en el sentido de «quiero que seas para mi» con un te amo en el sentido de «cuenta conmigo sin condiciones». Aprender a soltar apegos materiales, emocionales o sociales es un signo de madurez.
    ¡GRACIAS ORFEO!

    • Manuel dice:

      Ahí veo, querido Josep, tres apegos claros que, además, son de los que he llamado «dones» en el post. Me alegra saber que disfrutas de la naturaleza, las relaciones personales y que compartes la definición del gran Wayne Dyer.

      La diferencia de estos apegos positivos con los negativos la has explicado magistralmente con el ejemplo del amor. Con tu permiso, lo incorporo a mi acervo.

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