“La sinceridad con que habla un hombre, imparte a su voz un tono de verdad que ningún farsante puede fingir”
Alexander Woolcot
En el momento en que entramos en una conversación o nos dirigimos a alguien, sea uno o una multitud, hay un factor que nos acompaña siempre y que se convierte en un aliado preciso, quirúrgico, a la hora de que nuestros argumentos acaben siendo recibidos por los demás con tintes de convicción: la sinceridad que conlleven, entre sus sonidos, nuestra sílabas.
No es algo tangible ni mensurable, pero cuando se trata de querer ser hábil a la hora de transmitir un mensaje, y sobre todo si estamos hablando dentro del mundo profesional en el que el interés reside en todo momento en nuestro discurso, tenemos que estar muy seguros de que lo que vayamos a contar contiene la sinceridad requerida, que creemos profundamente en ello y, entonces, la mayor parte del camino estará recorrida; siempre y cuando, en el auditorio exista un cierto interés por lo que uno vaya a comentar, lógicamente, por cuanto sino es así, es tierra yerma en la que se está regando, como es obvio, y debe reflexionarse previamente.
La gente tendemos a pensar que hablar en público es una habilidad que requiere un gran talento, y no deja de ser cierto si de lo que hablamos es de grandes oradores, pero para un conjunto más amplio y con esperanzas de transmitir lo suficientemente bien aquello que quiera decirse, ni de lejos es algo que pudiéremos considerar difícil. Tan sólo deben cumplirse algunas máximas de entre las que iremos desgranando en este apartado de habilidades, recursos que todos requerimos para implementar nuestros propósitos no solo con eficiencia, sino con eficacia.
El primer punto para hablar bien en público no es la sinceridad, pero es la condición necesaria para hacerlo bien. La cháchara y las chanzas no son más que para ratos de ocio y diversión, siempre tan necesarios, por supuesto, mas cuando hablamos en serio, seriedad y sinceridad son un binomio que agudiza el sentido de la recepción en los demás, y simplemente con esa característica, hables mejor o peor, ya garantizas que la atención sea cierta y con las óptimas previsiones de conseguir un buen resultado. Cuanto menos, la aceptación generalizada y la no segura descalificación inmediata, que ya es muchísimo.
Continuaremos. Os lo digo sinceramente.
Totalmente de acuerdo José Manuel.
El hecho de hablar con sinceridad se percibe y tiene la gran ventaja de dejar en paz la conciéncia de quien habla.
GRACIAS POR ESCRIBIR
Gran artículo, José Manuel. Coincido con tu idea de que la base de hablar en público es la credibilidad que se transmite con seriedad y sinceridad, binomio inseparable.
Un saludo desde Sevilla.
Genial artículo Jose Manuel! Hay que creer en lo que uno hace o dice, y ser sinceros a la hora de trasmitirlo a los demás.
Un saludo
Ana