Recientemente, mientras buscaba algunos ejemplos reales con los que ilustrar el increíble poder que tienen las visualizaciones poderosas a la hora de alcanzar nuestros objetivos, leí la historia del cheque que el actor Jim Carrey se escribió a si mismo en 1990.

Jim Carrey creció en el seno de una familia muy pobre, hasta el punto de que parte de su infancia la pasó viviendo en una furgoneta con sus padres. Pero su padre, aunque no pudo darle una infancia con comodidades, siempre le inculcó la actitud de que podría lograr cualquier cosa que se propusiera.
Una noche en 1990 cuando el joven trataba de despuntar como actor cómico en Los Angeles, detuvo el viejo toyota que conducía en la cima de una colina desde la que se podía divisar toda la ciudad. Y mirando aquella ciudad, comenzó a soñar acerca de su futuro y sus anhelos de ser un actor de fama mundial. Y en aquel instante tomó la decisión de escribirse un cheque a el mismo por importe de 10 millones de dólares con fecha de vencimiento cinco años más adelante, el día de acción de gracias del año 1995. Cogió ese cheque y lo guardó en su cartera. Cada día miraba aquel cheque y se visualizaba a si mismo convertido en un actor de fama mundial con ganancias multimillonarias…. El resto, como suele decirse, es historia. Jim Carrey ha terminado convirtiéndose en uno de los actores mejor pagados de Hollywood.
Cuando hace unos años su padre falleció, Jim Carrey quiso que ese cheque reposara junto a el como un símbolo de las actitudes que su padre supo inculcarle.

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