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“¿Qué es la vida si a causa de la preocupación no tenemos tiempo de detenernos y mirar?”- William Henry Davies

Con frecuencia vivimos tan inmersos en nuestra rutinas diarias y en las preocupaciones de nuestra vida, que dejamos que se escapen miles de momentos mágicos y especiales. En una sociedad donde cada vez parece imprescindible ir más y más deprisa, apenas queda tiempo para saborear las cosas verdaderamente importantes de la vida. Lo triste es que en muchas ocasiones, cuando se entra en esa dinámica se hace muy difícil parar y replantearse las cosas. Es tal la inercia que prácticamente somos llevados en volandas sin ningún tipo de control por nuestra parte.

Por eso cada vez me parece más importante algo tan sencillo como detenerme y mirar. Hoy volvía de un importante compromiso en coche. En un momento determinado, ha aparecido ante mis ojos un cielo de atardecer con unos colores realmente extraordinarios. Era como un cuadro mágico, majestuoso y de una riqueza cromática inusitada. Hace algún tiempo, seguramente ni hubiese reparado en ello, ensimismado en mis pensamientos repasando las cientos de cosas pendientes de realizar. Pero hoy ha sido diferente. He parado en un área de servicio al lado de la carretera y me he regalado un momento mágico inolvidable. He sido capaz de “detenerme y mirar”.

Y mientras “paladeaba” mentalmente ese regalo maravilloso de la creación, no podría dejar de sentir una gratitud infinita por el simple hecho de estar vivo y poder disfrutar de aquel instante.

Han sido apenas unos minutos. Pero ese detenerme y mirar ha recargado mis baterías emocionales con tanta inmensidad, que me han hecho sentirme vivo de verdad. Y después reflexionaba sobre ello y pensaba, ¡cuantos momentos mágicos dejamos escapar por no ser ni siquiera capaces de detenernos un instante y mirar de verdad con esos ojos que nunca fallan que son los del corazón!

Te invito a que comiences a llenar tu vida de instantes de esos que nos dejan sin respiración. Esa clase de instantes por los que vale la pena estar vivo. Tal vez todo lo que necesites sea simplemente detenerte por unos segundos… y mirar.

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