Mucho se ha escrito en los últimos tiempos sobre la difícil compatibilidad de la vida personal y profesional. No es intención de este “post” hacer un profuso estudio del tema. Antes al contrario.

Acude aquí la irónica visión del poeta clásico Publio Ovidio Nasón (Sulmona-Italia, 43 a.C.) que, en su obra “El remedio del amor”, considera el trabajo como uno de los mejores antídotos contra el amor. ¿Estará en lo cierto?:

 “Si vences la ociosidad romperás el arco de Cupido, y blanco de tu desprecio, caerán por el suelo sus antorchas apagadas. Como el plátano ama las vides, el álamo las aguas y las cañas del pantano las tierras cenagosas, así Venus se complace en la ociosidad.

¿Quieres ahuyentar al amor? El amor odia al trabajo; ocupa las horas, y tu salud quedará asegurada. La indolencia y el sueño no interrumpido durante largas horas, el juego de los dados y el exceso en el beber que trastorna la cabeza, sin producir hondas llagas, quebrantan las energías del ánimo, que falto de prevención se rinde a las asechanzas amorosas.

Cupido es el compañero de los holgazanes y odia a los que trabajan. Da a tu ociosidad cualquier ocupación que la entretenga; dedícate al foro, a las leyes o a defender a los amigos; frecuenta los sitios en que los candidatos se disputan las dignidades urbanas, o vuela a conquistar los laureles del sanguinario Marte, que tanto honran a la juventud, y la voluptuosidad te volverá pronto las espaldas.”

Como decía aquel revolucionario programa de noticias de TV:

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